Un alto en el camino

Hosteria situada junto a dos visitas obligadas de la ciudad como la la Escalera Santa y la Iglesia de San Juan de Letran entre otras cosas cercanas, por lo que en la zona es de lo mejor que hay en comida.

Local clásico italiano de decoración entre familiar y antigua llevado con gente con muchos trienios. Mesa sencillas, gente local y algunos turistas, cocina casera.
Doblaron varias mesas. y algunos se fueron por no reservar y llegar tarde.

Varias opciones de vermuts a la vista y optamos por una especie de Cynar llamado Dokator y un Aperol de notas afresadas y mucho más dulce.
También Aqua Panna y San Pellegrino en amplias dosis ya que el dia y la abierta de la plaza hacen imposible no reponer líquidos antes de comer.
Mal acondicionamiento de aire en el local y poco hielo en la nevera que intentaron paliar con buenas palabras.
Una jarra de vino blanco de la casa, frío, mejoró el pronóstico.

Para comer y para empezar y fuera de carta (la vista nos puede) una enorme ración de mejillones casi clótxinas magníficos, con un caldo rebosante de tomate, su punto de pimienta negra bien ajustado hizo que repitiéramos pan.
Fue un primer plato x 4 raciones amplias (en la factura consta como 4 antipasti). Muy, muy recomendable.

Los 4 viajeros se hicieron además 3 primi plati:
. ensalada de frutos del mar: resultó con un fondo demasiado picante para ser un plato (ensalada) que tiende a solicitarlo gente de comer más ligero. Demasiado arriesgado
. risotto de la casa con langostinos y especias: aquí más comedido de especiados, resultó un plato de amplia ración y propio de la casa.
. lingulini: llevaban la misma salsa que el arroz y que parece era fundamento de muchos de los platos típicos de la casa. Buena salsa pero demasiado repetida.

Rematamos con 2 postres compartidos y un café. Ambos postres, panacotta y tiramisú muy caseros, amplia ración.