En la calle mayor de la vetusta y señorial villa de Lerma se encuentra este restaurante, situado en un bonito palacio que perteneció a un gobernador del Banco de España, presidido por una acogedora terraza y un bonito bar, con el comedor en la planta de arriba. Sala decorada con mucho gusto y mesas elegantes y con buena separación. Ya solo la puesta en escena nos dice que este lugar se sale del sota-caballo-rey (sopa castellana y lechazo) que predomina en la zona.

Cocina variada, de corte moderno y actual, con opciones tanto por menús como a la carta, con un pequeño apartado dedicado a la caza de temporada. Tomamos el menú degustación (40€) que constaba de 4 entrantes y un segundo a elegir entre distintas opciones.

Tartar de atún
Tosta de virutas de foie con manzana
Royal de erizos
Alcachofas en tempura

Buena la serie de entrantes, comenzando por un tartar de atún bien realizado y sabroso, una delicada tosta de un foie micuit casero francamente bueno, una delicada crema de erizo presentada en su propia cáscara y finalizando por unas alcachofas muy bien hechas, fritura crujiente y nada grasa.

Liebre con arroz y su royal

De segundo y aprovechando la temporada de caza pedimos esta liebre que estaba francamente buena, un muslito sobre un arroz y acompañado por su royal con los higaditos. Uno de esos platos de caza que nos gustan por su marcado sabor pero sin resultar pesado. Se acompañaba con setas como colmenillas, rebozuelos y setas de cardo, plato muy otoñal por tanto.

Crema catalana

De postre terminamos con este clásico postre catalán pues el cocinero procede y se formó allí, muy rica y como nos gusta, sin exceso de dulzores y con ese caramelo quemado por encima.

Así pues y como pueden ver todo muy rico y bien presentado, sin duda una cocina cuidada y actual, respetando la temporada, saliéndose de lo habitual en la zona y por tanto resultando muy atractiva si se quiere buscar otra cosa.

Con respecto a la carta de vinos lo cierto es que no la pedimos, pues la persona con la que íbamos llevó unos vinos que tomamos en la comida, pedimos eso sí un cava de la casa francamente bueno y de un pequeño productor que ahora no recordamos y del que no hicimos foto, algo raro pero así es, así que no puntuamos este apartado. Las copas sí que nos parecieron adecuadas y el servicio atento y amable, resultando muy agradable la estancia.

Merece la pena desviarse y conocer Lerma de camino hacia el norte, pues es un villa llena de historia y que respira Castilla por los cuatro costados y por supuesto su gastronomía siempre basada en el lechazo y los vinos de la Ribera, pero ahora además tenemos este interesante restaurante que nos ofrece una cocina distinta y bien elaborada en un entorno señorial y palaciego, sin duda una opción más que recomendable y en especial cuando el tiempo permita disfrutar de esa agradable terraza…