Apuesta sólida y segura para comer y beber bien

Primera vez que revisitamos este restaurante en su nueva aventura que lleva ya unos años, nos acordamos de hace un tiempo cuando este local era la referencia de la nueva gastronomía cántabra quizá junto con el Río Asón del añorado Enrique Galarreta. El local sigue siendo una delicia, un oasis de tranquilidad y amplitud, silencioso, agradable, con varias dependencias, rodeado de jardines y una preciosa terraza veraniega, aunque a pesar del estupendo día que teníamos decidimos comer dentro en una espaciosa mesa redonda prácticamente solos en el comedor principal. Mesas y menaje a la altura esperada.

La cocina propuesta es de temporada, basada en los productos de la tierra y el cercano mar cantábrico sin excesivas estridencias y con unos guiños a la modernidad siempre bien entendida. Nos encantó el hecho de disponer de varias posibilidades a elegir, un menú gastronómico más ligero (4 platos, 38 euros), un menú degustación (8 platos, 58 euros) y a la carta, pero con el atractivo de poder seleccionarte medias raciones de todo (entrantes, pescados y carnes) para poder construirte tu propio menú, opción que finalmente escogimos. Comenzamos con un aperitivo (Cava por defecto, aunque bajo petición nos sirvieron un Fino Maestro Sierra) que nos acompañaron con un bocadito hecho con cordero que estaba delicioso, por cuenta de la casa. Después fueron desfilando por nuestra mesa:

-Tataki de bonito, sésamo blanco y verduras marinas
-Arroz meloso de rabo, pil pil de coco y vegetales crocantes
-Hamburguesa de secreto ibérico, burrata y tomate deshidratado

Elegimos al principio 4 entrantes pero a instancias del camarero los redujimos a 3, algo que al final agradecimos. Se presenta media ración de cada uno por comensal. El Tataki de bonito de auténtico lujo tanto por la calidad del pescado como por la de la preparación, el punto perfecto. El arroz meloso realmente curioso pues con su contundente y sabrosa base de rabo de toro, el hecho de ligarlo con esa leche de coco le otorgaba un punto de ligereza y contraste sápido muy curioso y por último la hamburguesa una delicia, jugosa, sabrosa, un bocado pleno de delicadeza y sabor.

-San Martín asado con tapenade de Kalamata y arena de sésamo

Pescado delicioso que es conocido fuera de Cantabria como Gallo Pedro o Pez de San Pedro, un hermoso lomo jugoso y realmente fresco, aunque quizá el sabor de la aceituna le sobraba un poco pues le restaba protagonismo, pero afortunadamente resultaba sencilla de retirar. Muy bueno.

-Cochinillo frito y pastel de ruibarbo con jalea de menta-chocolate y dátiles frescos
-Manitas de cerdo estofadas con foie gras y setas salteadas

Platos compartidos dos a dos, dos comensales tomaron medias raciones del primero y otros dos del segundo. El cochinillo fantástico, a medio camino entre lo que es un cochinillo asado y un cochifrito. El segundo curioso y contundente, manitas cocidas muy melosas y una suculenta pieza de foie fresco asado para rematarlo con unos rebozuelos salteados. Contundente final.

-Cuajado de chocolate puro (Guanaja 70%), mantequilla tostada, eucalipto y nuez moscada helada
-Postre naranja
-Helado de queso sobre coulis de frambuesa y crujiente de almendra
-Melón cantaloup, yogur de albahaca y sorbete de mojito

En los postres no nos pusimos de acuerdo y cada uno pedimos uno distinto, se ofreció un carro de quesos del mundo pero ya a estas alturas del menú resultaba excesivo, para quien sea un quesero compulsivo puede resultar una opción quitar platos del menú y darle al carro. En cualquier caso postres de muy buen nivel y ejecución, el naranja que tomamos era muy original basado en una crema de calabaza y el chocolate puro era desde luego puro de verdad. Los otros no los probamos pero a juzgar por los comentarios estaban como mínimo a la altura de los otros que comentamos. Francamente buenos, pues.

La comida por tanto fue de muy alto nivel, quizá no sorprendió en exceso pero sí que resultó convincente por su calidad y variedad, además con un más que profundo y variado surtido de panes y aceites y unos apetitosos petit foirs con un muy buen café. Indiscutiblemente, de lo mejor que hay en Cantabria.

La oferta de vinos es muy satisfactoria y completa por calidad, más que por cantidad. Existe la opción de ir a la bodega y ver las botellas in situ con sus precios expuestos al igual que su primo hermano El Serbal y lo cierto es que hay cosas, apenas nos fijamos en la parte nacional de la que vimos las referencias habituales de prestigio, además de una serie de buenos vinos viejos de Jerez y en la parte extranjera nos sorprendió la presencia de referencias de gran importancia de Burdeos (todos los premier) y de Borgoña (más de un pago de DRC), así como varias referencias de tres de nuestros productores preferidos de vinos blancos del mundo (Dönnhoff, Roulot y Comtes Lafon), además de vinos de otras zonas francesas. De Italia andaban algo más flojos, al igual que de Champagne, con muchas botellas de grandes cuvées pero pocas de pequeños productores, vinos siempre con mejor RCP. En cualquier caso, una carta bastante completa y satisfactoria con unos precios muy ajustados para el nivel del restaurante. Pedimos la siempre convincente pinot meunier de La Closerie Les Beguines de Prevost (60 euros), un encantadoramente mineral Meursault Les Vireuils 2005 de Roulot (60 euros) y finalizamos con un clásico Châteauneuf, un Clos des Papes 1998 (85 euros), que estaba en un perfecto momento de forma, aunque finalmente sucumbió ante la clase de sus compañeros. Vinos perfectamente servidos en copas diferentes y de gran calidad. Servicio de mesas a la altura que esperamos, profesional y atento, sin perder la sonrisa y las buenas maneras, a pesar de un malentendido inicial con las copas que se subsanó sin problemas.

Pues un magnífico restaurante este Nuevo Molino, que indudablemente resulta un digno heredero del mítico Molino, un local que marcó la pauta gastronómica de Cantabria durante muchos años, se come francamente bien y se bebe a muy alto nivel también, sales contento y con la sensación de que lo pagado se ha correspondido con lo recibido, sin duda un restaurante que merece sobradamente la estrella Michelín que atesora. Un “top” en Cantabria.

Recomendado por 2 usuarios
  1. #1

    Kintiman

    La verdad es que lo pasamos francamente bien ese dia, comimos muy bien y bebimos mejor.
    Haber si antes de que acabe el año podemos bajar a Madrid y nos damos otro homenaje, jeje.
    Un abrazo.

  2. #2

    EuSaenz

    en respuesta a Kintiman
    Ver mensaje de Kintiman

    Sí señor, me gustó mucho y lo pasamos muy bien. Si vienes por aquí, ya sabes el restaurante que elegiremos. La semana que viene pondré algo en el blog de la del sábado…

    Un abrazo,
    Eugenio.

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