Noche de un viernes de febrero, salimos la señora y yo en plan sin rumbo, tomamos unos vinos y ante la pregunta tonta de tantas veces, ¿a dónde vamos a cenar? Y tras varias opciones descartadas, nos decimos: ¿vamos al Molino? Para nosotros sigue siendo el Molino en vez del nuevo Molino: hecho.
Tiene en la primera página de la carta este menú degustación a 38 euros y a 50 euros con maridaje, no mire más y solo sonreí cuando me dijeron los platos fuera de carta, ya sabéis cuando uno se “emperra” en una cosa.
Tras una copa de Moet Chandón (no recuerdo cual) a decidir rosado o blanco, la ya conocida catas de aceites de 5 variedades distintas (en este caso todas de Tarragona), no pusieron unos aperitivos de crema de setas y teja de boniato con brandada de bacalao y comenzó el menú con su maridaje:
Ensalada de bacalao, setas y pimientos en costra de patata con su pil-pil
(Alda Selección Parellada 10)
Lomo de merluza asado con agua de tomate Kalamata y arena de sésamo
(Alda Selección Pinot Noir 11)
Potro asado, endivia roja al vapor vermouth y jugo de mostaza
(Alda Selección Cabernet Franc 09)
Helado de queso sobre coulis de frambuesa y crujiente de almendra
(Tokaji Oremus Vendimia Tardía 08)
La ensalada es un clásico de la carta y en más de una ocasión me han comentado que no la pueden retirar de la misma ante la gran demanda, con ello creo que esta todo dicho sobre la misma.
La merluza, muy bien tratada y mirar que me parece a mi difícil el tratar este pescado fuere de a la romana.
El potro un gran descubriendo, y más en estas fechas en que la carne de caballo esta tan al día en la red, punto perfecto, nada dulce que es lo que se suele achacar a esta carne y tanto la endivia con la mostaza maridaban perfectamente.
Helado de queso: una maravilla, pero ojo poner un factor de corrección pues el mismo me encanta.
Tras los cafés, unos petit fours muy creativos presentados en una bonita cajita de madera.
El vino que nos pusieron se trata de un vino que han elaborado conjuntamente Rafael Prieto (copropietario y sumiller de Serbal y Nuevo Molino) elabora con Bodega Sumarroca y su enólogo Tomás Puig.
Servicio de la sala, recepción, vajilla, despedida tan bien como siempre, lo cual parece que no es nada, pero es muy difícil de superar (gracias Elvira y Pilar y al resto del servicio).
Hemos salido más que contentos, habiendo pagado solo 50 euros por comensal, a veces cuando mejor salen las cosas es cuando se montan sobre la marcha, aunque bien es verdad, que este local es una apuesta segura.
Al día siguiente visita a otro estrellado y resultado distinto, pero ese es otro tema.