Ya no entro a un restaurante sin libreta ni ojo crítico.
Así pertrechado entro en mi Molino de Puente Arce, ahora llamado Nuevo Molino. Veinte años después y en mesa de esas difíciles con diez comensales.
Me encuentro con una sala y cocina sin cambios aparentes.
Servicio perfecto a la entrada y manteniendo alto el nivel durante toda la cena. Ballet dirigido a la perfección por sutiles miradas del sumiller/maitre. Un diez.
No me extiendo en cocina y dejo a los amigos de Verema que sean ellos los que (re)descubran este restaurante. Simplemente la califico como alta cocina reconocible, con imaginación y pocas frivolidades.
Merece sin duda la recuperada estrella.
Cuvee Palomar a buen precio y cristalería correcta. Carta de vinos no demasiado extensa, pero llena de agradables sorpresas, sobre todo en vinos extranjeros y champanes en particular (Llegué tarde y con el vino pedido). Merece la pena perder un rato en leerla.
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