No hizo falta más que la heredera del imperio abandonara los brazos de Morfeo, esos en los que se mece casi automáticamente al subir al coche, para dar un volantazo a la altura de Torredembarra y efectuar el avituallamiento de los adultos.
Tras aparcar de pura chiripa en el paseo marítimo le conecté a Hambrebuena el sonar para localizar un sitio que transmitiera buenas vibraciones y resolver el tema de la comida en ruta.
Ella iba desestimando uno tras otro por hache o por be. Más de una decena de establecimientos cuyas terrazas vi desfilar a mi derecha, algunas por cierto con buena pinta... cuando de repente la vi en una esquina haciendo aspavientos. Aquí, aquí... que tienen la terracita en alto y corre más el aire. Pues donde hay patrón... así que allá fuimos.
Chula, sí señor, la terraza... y una mesa libre, pequeña pero libre... y una trona libre... pa qué más?. Ambiente aseado, servilletas de tela, individuales como de cuero de ese duro... y enseguida unas ricas aceitunas, obsequio de la casa, hacen presencia en la mesa.
Ofrecían un menú del día por 15.50 € (dos platos, postre, agua o medio litro de vino y pan) al que fuimos de cabeza.
De primero los dos elegimos Gazpacho Andaluz. Servido en abundancia, con abrumador dominio pimentonero para mi gusto pero refrescante y ligero, sin más, que era lo que buscábamos.
De segundo Arroz Meloso a la Marinera. Caldo de fondo concentrado, intenso, prometedor pero... punto del grano pasadíííííísimo. Una verdadera lástima que supone un lastre al puntuar la comida. A veces me cuesta entender cómo pueden salir de la cocina platos así ejecutados.
Probé de la Sepia al Ajillo con verduritas de la persona que pone el conocimiento en casa y hay que reconocer que estuvo, de largo, más acertada que yo en la elección.
De postre, un Flan de Mató para mí que quedó, sin que sirva de precedente y nata de espray aparte, por encima de una Espuma de Yogur con frutos rojos que ella pidió.
Agua y una cerveza completaron la parada.
Cumplió su función. No hubo pizza, tema en el que parecen ser especialistas, pero encontramos unos minutos de paz y relax con buena corriente de aire en esa terracita elevada. Pena de arroz... y a seguir rumbo a nuestro destino.