Una buena sidrería en la que comer bien y a buen precio.

Bueno, allá que llegamos después de una madrugada movidita en el coche desde Arévalo y con ganas de ver el pueblo. Estiramos las piernas, nos alegramos de tener que ponernos una chaquetita y poquito a poco vamos conociendo la zona. Y encontramos esta sidrería, que era una de mis opciones para comer.

Menos mal que llegamos pronto, porque ese domingo había bofetadas para ir a comer, ya que tiene un buen menú. Pero nosotros vamos a lo que vamos, a ver si el cachopo está tan rico como dicen. Nos sientan en la terraza, que la estaban vistiendo en ese momento, con un pequeño descontrol entre los camareros que llevarían desde el almuerzo y los extras que se incorporaban (de hecho, nuestro aperitivo creo que se lo pusieron a otra mesa, que comió doble xD). Eso sí, nos sacaron rápidamente los entrantes para que el nene comiera.

Pedimos chorizo a la sidra, tabla de queso Gamoneu y un cachopo. Para beber agua y una botella de vino joven Obanca por 14€ (recomendada por el camarero), vino de la zona aunque no está adscrito a la D.O. de Cangas. Servido a temperatura correcta en copas igualmente correctas.

Nos sacaron un buen pan de hogaza, típico de la zona, con la corteza un poco más dura y gruesa. Al poco nos sacaron el chorizo a la sidra. Un chorizo prieto, suave, con un caldito de toma pan y moja. Muy muy rico. Luego una tabla de queso Gamoneu acompañada de frutos secos y membrillo. Una pasada de queso, delicioso, intenso, cremoso... Tamaño justo de los entrantes. Y luego llega el cachopo, que he de decir que me lo esperaba más grande, jajajajaja. Cachopo de buen tamaño, acompañado de pimiento verde y rojo frito y unas patatas fritas caseras, nada de bolsa. El cachopo llevaba un relleno de queso, jamón dulce y bacon. La carne suave, de una buena calidad y un rebozado crujiente sin nada de aceite. Buen bocado y no se nos hizo nada pesado. El tamaño al final fue el justo para que no sobrara comida.

Rematamos con dos cafés y nos invitaron a un chupito para hacer la digestión.

El servicio de camareros, una vez pasado el primer descontrol, fue atento, llegando a disculparse personalmente uno de ellos por haberse demorado con la factura (la terraza y el local estaban a tope y con cola en la calle). Una cosa que me gustó mucho es que el dueño se pasea por las mesas, las atiende si no les han cogido la comanada y siemrpe te pregunta que de dónde eres. Te da una buena conversación y es una persona muy agradable, que se nota que sabe que la atención al cliente es lo prioritario.

Quisimos volver otro día, pero como queríamos probar más restaurantes, al final no repetimos.

Buena opción tanto de menú como de carta. Eso si, si quieres ir a comer sobre las 14:00-14:30, mejor reservar, porque se pone hasta la bandera.

 

P.D.: Edito: fuera de carta tenían guisantes y tomates de cosecha propia, que tenían una pinta tremenda. El tomate lo acompañaban de bonito y los guisantes eran con jamón y se les ceía con una carita....

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