Ubicado en el hotel rural del mismo nombre, en todo lo alto del casco histórico de uno de los pueblos más bonitos de España y del mundo entero, Albarracín.
Agradable comedor, rústico, no podía ser de otra manera.
Y cocina, la esperada también, de la tierra.
Había un menú concertado para la cena con muchas y variadas opciones, de las que yo elegí:
• Cardo con almendras
• Migas con huevo y longaniza
Correcto todo, las migas quizás un poco secas.
Bebimos... un tinto aragonés que no recuerdo, habíamos bebido unos cuantos ya previamente… Yo juraría que era Ventus…
Servicio amabilísimo, buena gente.
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