Disfrutando del Matarraña.

En la singular, desconocida y apasionante comarca del Matarraña (“La Toscana turolense”), en uno de sus pueblos más emblemáticos, Beceite, a la entrada del mismo.

Es el restaurante de un lujoso hotel rural en el que ya había estado comiendo. Esta vez además nos alojamos allá. Se trata de un gran edificio que en su día, principios del S. XVII fue un molino papelero. El complejo tiene mucho terreno, parte del cual es una preciosa campa que nace en los ventanales del comedor y que está limitada a su izquierda por el río Matarraña.

Un lugar estupendo para descansar e ir con niños (aunque no sé si es posible hacer ambas cosas a la vez).

Las dos noches cenamos ahí, había un menú apetitoso por 24€ con vino incluido en el que podías elegir entre 8 primeros, 8 segundos y 8 postres.

Una de las noches opté por esto:

• Garbanzos con salsa de almendras

• Paletillas de conejo asadas a las finas hierbas

• Raviolis con piña natural y mascarpone

Unas copitas de Glárima Blanco 2014 y otras de Viñas del Vero Tinto Joven 2014 amenizaron las veladas. Somontanos ambos.

Una cocina interesante, sin grandes pretensiones pero con fundamento, en su mayor parte basada en productos de la tierra.

Nunca había probado así los garbanzos, viudos pero con un majado de almendras que los envolvían. Y las paletillas de conejo, deliciosas, con sabor a campo y finamente rebozadas.

Servicio atento y cordial.

Tan ricamente.