Incursión a este lugar que apuesta por una cocina de fusión, en sentido bastante amplio. En su amplia oferta, puedes encontrar propuestas de cocina japonesa, de cocina china, de cocina vegana, de cocina mediterránea.... Es una oferta variada que, supongo yo, intenta atraer a todo tipo de público.

Y el público responde, dado que a pesar de lo desapacible del día, el aforo estaba prácticamente lleno.

Un primer espacio ocupado por barra, mesas altas y la cocina totalmente a la vista y un comedor al fondo, espacioso, con buena separación de mesas, éstas son amplias y montadas "a la moda", sin manteles ni servilletas de tela, con servilletas de papel y malo, con decir que al sacar el vino de la cubitera hay que secarlo con servilleta de papel. Po lo que a la segunda vez que sacas la botella, la servilleta de papel está inservible.

No puedo opinar del contenido de la carta de vinos, no la he visto, directamente he aceptado el vino que me han recomendado, un Viña Aralia, una mezcla de uvas chardonnay, sauvignon blanc y gewürztraminer que elabora Luna Beberide en el Bierzo. Es un vino agradable y que se bebe fácil.

Como es primera visita, interesa probar un poco de todo.

Interesante los uromakis, tres tipos distintos, - uno de ellos tempurizado-, gorditos, con consistencia, quizás demasiado grandes, si eres de boca pequeña, puedes tener problemas, pero con buen sabor. Bien el arroz, en común solo aguacate, uno lo combina con salmón, otro con cangrejo y otro con langostino.

Muy buenas las gyozas, también tres tipos: curry, verduras y rabo de toro. Según nos cuentan, ellos mismos las elaboran. La masa es algo mas gruesa que las que hemos tomado en otros lugares, la verdad es que están muy buenas.

Unos baos de carne, cuya principal diferencia es que la masa es casera - mas tirando a pan-, y una forma muy diferente a los baos "clásicos", mas parece un bollo completamente cerrado. No están mal, pero mejor el pan que el relleno.

Un excelente solomillo de vaca vieja troceado, en cantidad generosa, hecho a la brasa, muy tierno, acompañado de unas patatas panadera y una salsa kimchi picantita pero muy adictiva, suponen la parte "principal" de la comanda.

Su versión del tiramisu, especie de deconstrucción del formato clásico, significa el postre.

Cafés con hielo, sin petits fours ni chupitos, suponen el final de esta incursión, que por lo dicho al comienzo, entiendo que mas que denominarse como cocina fusión debería denominarse como cocina multi oferta. Lo curioso y positivo, es que con tanto y variado abanico de propuestas, al menos las probadas, sin ser ninguna de ellas las mejores, están buenas, están bien realizadas.

Habra que seguir probando otras presentaciones para confirmar las buenas maneras que apuntan, aunque las servilletas de papel no me gusten.