De vuelta del mirador de San Nicolás, nos sentamos en la terraza de este local para recuperar el resuello. Pedimos unos refrescos y, ¡sorpresa!, apareció el camarero con unas bandejas con unos bagels rellenos de jamón York y queso, unas croquetas y patatas fritas. De acuerdo que 2,40€ resulta caro por un refresco, pero es que en Barcelona la tapa que nos pusieron ya cuesta más que eso.
Aunque la comida estaba regulín, el local estaba lleno.
Nos fuimos más que merendados.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.