Mesa de 5 Desastroso...Llegamos a las 10.05. A las 10.40 traen bebidas...A las 10.55 toman nota...A las 11.30 traen 1er plato...A las 12.00 segundo..Todos, todos, los platos sin sal...¿hay algun mal rollo interno para uqe pase esto, nos preguntamos?Preguntamos al jefe de sala textualmente ¿hay algun problema? Respuesta repetida en 4 ocasiones.."Si Uds. dicen que hay un problema lo habra" dicho de forma altiva y prepotente...llamamos al propietario y nos rebaja de 200 a 140 € la factura (sin postres ni cafes porue ya no quisimos esperar) Un camamrero nos dio las gracias por quejarnos y nos dijo que no tenian personal, que trabajan 14 horas seguidas...y que se habian quejado4 mesas mas...Lo dicho por 40 € sin postres ni cafes, servicio nefasto..y el jefe de sala impresentable...

Es un sitio carito pero me gustó. Nos sentimos bien atendidos; el local es amplio y con cierto confort aúnque lleno genera algo ruidoso. la comida bien, con produtos correctos y presentación suficiente. La carta de vinos es completa con ciertas referencias interesantes y precios correctos. Tomamos un gran Monje Amestoy Reserva 2002 de las bodegas Luberri por 20€.

Carlota es un encanto, el restaurante es bonito, pero ... se acabó. Hasta hace un par de meses al menos se podía comer a un precio razonable y la carta de vinos era amplia y también a buenos precios. Pero cambiaron carta, subieron precios, redujeron oferta de vinos. El servicio siempre ha sido lamentable, las personas cambian cada 15 días. La comida : bien el foie y las anchoas, muy bueno el chuletón. Yo iba 2-3 veces al mes (me pilla al lado del trabajo), pero ya no he vuelto porque ni la comida, ni el servicio justifican los precios.

Local abierto al calor de la fama (merecida, parece)de su hermano mayor, el Alba, calle París. El actual, en menos de un año, ha logrado convertirse en un tinglado burocràtico despersonalizado en que no hay garantía de comer decente. Una ensalada de bacalao con el tufillo de demasiados días en la nevera. Unos postres intragables, como una "macedonia dulce" con fresones deshechos por la maceración, moras gordas como manzanas pero sin gota de aroma o sabor, nadando en un jugo inidentificable, salvo por el color rojo... Hay platos acertados, como las galtas (carrilleras) o el arroz (bomba) con gambas. Pero también aquí debo matizar. Si hubiera una, sería arroz con gamba. Para utilizar el plural, ponen las mínimas imprescindibles: dos. Preguntados, expresamos estas reservas, pero los platos apenas probados fueron tajantemente facturados en la cuenta. En fin, la burocrática falta de implicación y responsabilidad personal del servicio y la cocina les corroe. El vino, bien en la car