Local abierto al calor de la fama (merecida, parece)de su hermano mayor,

Local abierto al calor de la fama (merecida, parece)de su hermano mayor, el Alba, calle París. El actual, en menos de un año, ha logrado convertirse en un tinglado burocràtico despersonalizado en que no hay garantía de comer decente. Una ensalada de bacalao con el tufillo de demasiados días en la nevera. Unos postres intragables, como una "macedonia dulce" con fresones deshechos por la maceración, moras gordas como manzanas pero sin gota de aroma o sabor, nadando en un jugo inidentificable, salvo por el color rojo... Hay platos acertados, como las galtas (carrilleras) o el arroz (bomba) con gambas. Pero también aquí debo matizar. Si hubiera una, sería arroz con gamba. Para utilizar el plural, ponen las mínimas imprescindibles: dos. Preguntados, expresamos estas reservas, pero los platos apenas probados fueron tajantemente facturados en la cuenta. En fin, la burocrática falta de implicación y responsabilidad personal del servicio y la cocina les corroe. El vino, bien en la car

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