Local de reciente apertura al que, por una u otra causa, todavía no había tenido ocasión de visitar. El bajo comercial donde se ubica ha albergado negocio hostelero toda la vida. Conocido anteriormente en la población como el “bar avenida”, se le ha sometido a una profunda reforma y no a un mero lavado de cara. Esos cambios ostensibles se perciben ya antes de entrar. Una gran cristalera con puertas automatizadas también de vidrio hace la función de fachada del local. Una vez dentro destaca sobremanera la luminosidad del local que viene dada por decenas de bombillas que penden del techo cada una de ellas con una longitud, tamaño y color diferente. La larga barra de madera, el piso de parqué de tonos claros y el papel de pared usado en la lateral izquierda dotan al local de un aire cálido y actual, ciertamente urbanita que el público de la zona todavía no tiene tan visto como en las ciudades. Mesas altas a derecha e izquierda en el primer tramo, otras más bajas frente a la barra y un segundo y más pequeño salón con un rinconcillo “lounge” para tomar un café o un combinado. Sillas notablemente cómodas que invitan a prolongar la sobremesa. Todo bien pensado y bien ejecutado.

Carta con no excesivos platos y dividida en seis apartados: entrantes fríos, calientes, arroces, pescados, carnes y postres con entre dos y cinco propuestas en cada uno de ellos. Nada más sentarnos nos ofrecen, sin embargo, un menú de tapas consistente en cinco elaboraciones a compartir, café y una bebida por 18.00 €. Aceptamos esa propuesta y esto fue lo que degustamos:

- Pan con tomate y allioli: Pan de hogaza que se acompaña con dos pequeños cuencos que contienen los citados condimentos.

- Embutidos variados: Si no recuerdo mal, pudimos encontrar morcilla, chorizo, salchichón, sobrasada y un llamativo queso de albahaca teñido de un verde intenso. Ricos todos ellos cuya procedencia desconozco pero con apariencia y sabor destacable. Se acompañaron de unos ricos chips de maíz y unas rosquilletas deliciosas. En una segunda visita que más tarde comentaré salieron unos quesos diferentes y los totopos se sustituyeron por yuca frita.

- Milhojas de berenjena y queso de cabra: Plato de austeridad cuasi espartana pero de resultado convincente. A los ingredientes que se enumeran en el enunciado solo cabe añadir la base hojaldrada del milhojas, una compota dulce que lo acompaña usada con justa medida (¿boniato?) y unos pocos brotes tiernos. Protagonismo absoluto para el queso, sin duda.

- Patatas bravas: Riquísimas. Corte irregular en las mismas, punto perfecto de fritura y mención especial para ambas salsas cargadas de personalidad en cuanto a textura y sabor. Presentan un punto picante como debe ser (estamos hablando de “bravas”) que curiosamente resulta agradable a todos los comensales, tanto a aquellos que nos confesamos fans de lo picante como a aquellos otros que declaran que no les gusta. Original detalle culminar el plato con unos cuantos pedacillos pequeños de guindilla en vinagre.

- Pulpo con parmentier de patata: No se hace necesario describir el plato. Tan sólo cabe transmitir mi valoración y ésta nuevamente es altamente positiva. Ambos elementos perfectos en cuanto a textura y sabor. Se intuye en la crema de patatas el uso de la mantequilla y un toque de allioli (tal vez me equivoque), estrategia ésta última que ya he percibido en algún que otro lugar y que mejora ostensiblemente el resultado.

- Raviolis de carrillera: Un guiso tradicional presentado de un modo distinto. La carne perfectamente estofada y desmigada configura el condumio de unos raviolis de tamaño medio ejecutados con pasta wonton o similar. Éstos se salsean con el jugo del guiso y se decora el plato con unos daditos de calabaza asada. Un buen final.

- Postres variados: No se incluyen en el precio del menú, pero la presencia masiva de comensales de género femenino obligaba cuasi a pedirlos. Salieron un brownie de chocolate con helado (¿vainilla?), una especie de postre de plátano y galleta (en copa) y otra tarta de almendra coronada con helado de frutos rojos. No sé. No estuve muy atento, pero todos me pareciero ricos y bien ejecutados.

La bebida que se incluía en el menú casi todos la consumimos con los vermús y cañas iniciales. Después tomamos dos botellas de Phylos, cafés e infusiones. La carta de vinos es realmente corta y espero que se vaya ampliando tal como el negocio se vaya asentando pues esta casa supongo que aspira a consolidar una clientela fiel y constante. Ello requiere una mayor variedad o rotación en la carta y en los vinos.

Experiencia altamente gratificante y propuesta a seguir muy de cerca esperando evolución a más que nos lleve a veladas tan placenteras como la que disfrutamos.

PD: Como se ha comentado, la primera visita al local se demoró más de lo debido, pero, por avatares de la vida, la segunda se presentó justo al día siguiente de la que he descrito. Tomamos también el menú de tapas (los comensales habían cambiado) y debo señalar que, de un día para otro, ya se habían cambiado tres de las propuestas del día anterior. Degustamos unas deliciosas croquetas, una ensaladilla soberbia y unos falsos canelones acompañados de mayonesa con salsa agridulce. Sólo repetimos los embutidos y el milhojas. Bebimos en esta ocasión “Doce Lunas” y el precio que reseño arriba es la media entre lo que ascendió la cuenta una y otra noche.