Progresa adecuadamente

No habíamos vuelto a LBA desde su apertura, pero nos enteramos de que en barra se tapeaba bien, liamos a unos buenos amigos para que nos acompañasen, y allí que nos plantamos a comprobarlo. Efectivamente, nos fue estupendamente. Personalmente, me ha gustado más en barra que de mesa y mantel.

Lo primero que hay que decir es que la barra es rara de narices, es una especie de mesa comunal en una estancia estrecha y alargada. Sin embargo en cuanto pillas sitio se está muy a gusto, las sillas son muy cómodas y no hay ruido ni olores, a pesar de que la ventana de pase de la cocina está al lado, y el comedor estaba lleno.

La carta no ha variado mucho desde que estuvimos la primera vez, y a priori los platos suenan bastante contundentes para una cena, pero no os preocupéis porque la comida es de tan buena calidad y todo está tan bien cocinado que no vais a salir con sensación de pesadez en absoluto. No obstante, aunque no lo ponga expresamente, también se pueden pedir medias raciones, más recomendable si se va en pareja porque las raciones son grandes.

Nosotros éramos 4 tragones, y con 4 platos para compartir, quedamos más que satisfechos. Comenzamos con un aperitivo de unos caserísimos huevos rellenos cortesía de la casa, y después cayeron:

Rabas fritas. Un clásico que no falla en los locales de Paco Quirós. Como siempre, fritura fina y sin rastro de aceite

Canelones de rabo de toro. Servidos con trufa laminada que le daba un toque delicioso, una bechamel cremosa y una carne con un sabor impresionante, para comerse una docena.

Guiso de pata y morro con huevo, que consistió en una suerte de pisto guisado con pata y morro al estilo de los callos a la madrileña, coronado por un huevo frito que fue convenientemente mezclado con todo. Excelente verdura y acertada la combinación con la melosidad de la casquería y la yema de huevo. Francamente bueno, acabamos rebañando el plato (por cierto el pan excelente).

Rematamos con un arroz con pollo, que parece un plato muy simple, pero si el pollo está rico y el arroz está en su punto, como fue el caso, se convierte en una preparación de alta cocina.

Sin sitio para el postre, terminamos con un medio GT de Nordés, cortesía de la casa. Para beber, le dimos al tinto, y nos pimplamos dos botellas de dos grandes vinos de la Ribera del Duero, un Corimbo y un Viña Sastre, servidos a su temperatura y en copas adecuadas.

Servicio de sala impecable y simpático, pendientes de todo y cambiando platos y copas entre pases. Pues este festín salió por unos 35 euros por cabeza, no se puede pedir más.

Nos ha dejado muy buen sabor de boca, un sitio animadísimo y con una cocina en franca mejoría. Efectivamente el nuevo Jefe de Cocina, el Sr. De Dios, cocina como Dios. Volveremos.

  1. #1

    Abreunvinito

    Buen sitio y buen disfrute
    Saludos

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