Una promesa, es una promesa

Tal y como prometimos en la vez anterior, buscar nueva cita para ese cous cous de marisco, que es imprescindible encargar con tiempo.
El entorno ha ganado algo en elegancia y en intimidad con una decorativa cortina de separación del hall del hotel. El servicio también está a buena altura.

Sobre la base anterior y con fallos sobre las previsiones iniciales en parte compensados por la llegada de amigos catalanes, reunimos grupo de 9, bien ubicados en mesa imperial bien ancha con mueble separador del resto del comedor, bien vestida y perfecto cambio de copas, platos y cubiertos.

En esta ocasión y por gentileza del local optamos por llevar nosotros el vino y que el esfuerzo económico se refelejara en el plato.
Aceptado el reto, llevamos de casa:
. Secateurs un chenin blanc de Sudafrica que algunos eligieron como el mejor por la propia sorpresa del vino (o porque el nivel de alcohol aun no enturbiaba la mente).
. Pétula: un rosado tan bonito de color como amable en boca, de garnacha y con elegancia.
. The Orange Republic, un godello sobre lías de etiqueta rompedora pero que no defrauda. El nombre debía es superadecuado para un vino valenciano. Lástima que ya exista.
. Viña Gravonia 2006: cada vez me gusta más Rioja por sus blancos con años a cuestas.¡Qué bien hechos están!.
. Esencia, un espumoso de Vegamar hecho con garnacha que cada vez que lo pruebo me gusta más.
. Granatxa d´Empordá: el único tinto de la comida y en el capítulo de dulces.
A ello había que añadir el aperitivo hecho en el hotel Voramar con unos vermtus y unas Alhambras para disfrutar de la playa en estas fechas. Un pequeño caminar por el paseo marítimo donde aún quedan unas añoradas villas que han servido para exteriores de películas de hace unos años.
Ya sentados a la mesa, añadimos alguna cerveza y coca cola en los previos y aguas con y sin gas para acompañar en la comida.

Para comer: el cus cus de marisco con lo que haya mejor ese día en la lonja del pescado de Castellón.
La fiesta se inicia con una entrada al zoco (de platos) lleno de colorido y especias; servido en bandejas centrales, pequeños platos con todo lo imaginable para combinar con una pirámide de sémola de trigo tan fina como estética, centrada en el plato y por su lateral se va echando el caldo de cocción de las verduras de forma que la sémola lo va absorbiendo mágicamente sin errumbarse.
El cuerpo te pide probar todos y cada una de los platillos preparados: aceitunas negras cortadas, salsa de yogurt, berenejena, salsa picante, pétalos de rosas, piñones, huevas de capellanets, tomates cherry, limón, pimiento asado, arándanos, pipirrana de sardina, ajos tostados y laminados, brotes de rábanos.... hasta 16 opciones distintas en sabores, texturas y colores, en una explosión que te traslada a los pasillos de un zoco árabe, a lo que también contribuye el bullicio de incorporarse y comentar lo que se va probando.

Cuando ya has repetido de trigo, caldo y aditamentos hasta cansarte, traen bandejas con las verduras y garbanzos de cuya cocción ha salido ese sabroso caldo.
Ojo que la parte de verduras parece el pariente pobre pero hay que ver lo bien cocidas que están, cada una en su punto porque la calabaza, la patata, el nabo... requieren tiempos distintos.
Un contraste añadido son los bulbos de hinojo de buen tamaño, y hechos a la brasa que son introducidos sutilmente en la mesa y que merecían un detalle de buen aceite de oliva que no apareció.

Para amenizar el intercambio de platos entre comensales con las bandejas en danza, van sirviendo de forma escalonada y para contrastar y refrescar sabores, unas brochetas más creativas, presentadas insertadas en largos palillos de madera.
. bacalao, naranja y eneldo
. pulpo, mango y guindilla
. atún, albahaca y fresón
Otro alarde creativo en medio del frenesí de sabores y contrastes de las brochetas: en una copa de balón en cuyo interior hay una decoración a modo de acuario con las conchas de mejillones y berberechos, se cierra la copa con un film transparente que no te das cuenta si no lo tocas, y sobre el film, los mejillones y berberechos cocidos con una espuma de pastisse para comer con cuchara.
Aquí no solo hay buen producto, también hay una buena cocina creativa.

Lo siguiente en aparecer es la gamba roja (o rayada): una buena pieza por persona aunque este año no llegó al tamaño del pasado, pero sí en la textura y sabor.
Escasamente cocida para manterner sus jugos; buena carne bien, separada de la piel. En su punto perfecto.

Casi sin dar tiempo a limpiarte las manos, porque la gamba hay que comerla con las pinzas inteligentes de nuestras manos, entra en escena lo que el mercado dió: las únicas lamgostas del mediterráneo sacadas ese día. Bien troceadas, justas de plancha, solo salteadas con ajo y guindilla (poca), sin salsas ni nada que enmascarara el sabor de un buen marisco fresco.

Aún faltaba la traca final: el pescado.
En esta ocasión un filete de corvina, otro de lubina y un tercero de rodaballo, hechos al vapor y unidos por una emulsión de azafrán que estaba para mojar pan, si lo hubiera o cupiese.

¿Postre? Pues va a ser que sí, que ya llevamos casi 3 horas y ya no me acuerdo de esos arándanos que había al principio. Eso sí, algo más refrescante como helados; las opciones pedidas fueron:
. helado de vino y helado de galleta decorado con medias uvas cortadas, espolvoreado de cacahuete triturado, servido en media botella de vino a modo de plato. Bien presentado y correcto sabor.
. helado de pera limonera: en realidad helado de limón con trozos de pera limonera. Correcto.

Unos cafés regulares pero de nuevo algo muy especial nos sorprende: el carajillo cremaet. Servido en una taza de cristal oara apreciar la perfecta preparación del ron, en generosa ración de más de media taza, bien "creamet" (flameado quedando el azucar pero sin casi sabor a alcohol, y sobre el mismo un buen café ristreto. Genial.

Para rematar, unos gin tonics hechos con una ginebra de Castellón, Ginself, fabricada con notas de mandarina y chufa. Empezamos por medios GT, pero hubo quien repitió.
Se alargó la sobremesa hasta las 19 horas, que hay mucho mundo por apañar. La conclusión final, bien clara: ésto hay que institucionalizarlo. La comida, por supuesto.

Destacar que el local trabajó el servicio del vino, cambio de copas, preparación de copas para GT (traida de casa la ginebra) con una amplia sonrisa y ptofesionalidad, y nos permitió estar hasta que el cansancio nos aconsejó retirada. Muy de agradecer.

Regreso a Valencia, casi directos a cenar en el club con la pandilla, que hay que preparar los menús y compras para la semana de pasión (gastronómica), lo conocido como Bono Pascua.
Intensa jornada.

Recomendado por 3 usuarios
  1. #1

    Joan Thomas

    Vaya festín !!! Me hubiese puesto las botas con ese couscous de marisco y pescado. Tu satisfaccion queda bien reflejado en el 10 que le has puesto a la comida. Enhorabuena por el disfrute...
    Saludos

  2. #2

    Abreunvinito

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Un sitio muy recomendable.
    Saludos

  3. #3

    Aloof

    en respuesta a Abreunvinito
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    recuerdos de avelino y jovita.saludos.

  4. #4

    Abreunvinito

    en respuesta a Aloof
    Ver mensaje de Aloof

    me lo perdí !!
    Esto es un no parar...
    En cuanto haga una pausa te aviso.
    Saludos

  5. #5

    Aloof

    en respuesta a Abreunvinito
    Ver mensaje de Abreunvinito

    ya te lo dije una vez y ahora te lo repito MUCHAS CUERDAS PARA UN VIOLIN,pelicula de pietro germi.

  6. #6

    Abreunvinito

    en respuesta a Aloof
    Ver mensaje de Aloof

    De momento es lo que hay...
    Saludos

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