Después de una maravillosa visita a la majestuosa Playa de las Catedrales (con algo de prisa pues subía la marea...) nos dirigimos a este conocido restaurante situado no muy lejos. Es un local enorme, con comedor interior para cientos de comensales y además cuenta con terraza con vistas al Cantábrico.

El restaurante cuenta con un menú que en un laborable de agosto costaba 12.50 euros (15 en la terraza) que tiene múltiples opciones de primero, segundo y postres (unas 10 opciones de cada, se hacía difícil de escoger)

Lo más destacado es que las raciones son enormes, grandiosas, dignas del país de Brobdingnag. De primero tomamos sopa de marisco. Nos sirvieron (éramos 3 y una niña) una fuente de la que podían abastecerse 6 personas con apetito medio. A la niña, que pidió macarrones, le trajeron una fuente con el triple de la ración aconsejable para un adulto. Probamos todos la pasta (bastante cocida, nada de otro mundo, con tomate y picadillo de carne). La sopa estaba bastante sabrosa.

De segundo me decidí por ternera al horno. Me trajeron una fuente con, calculo, unos 400 gramos de carne acompañada por patatas fritas para dos personas. Con ayuda de mis amigos casi nos la acabamos. Diría que en mi vida he podido con más de un cuarto de kilo de una sentada. La vianda, rustida, se dejaba comer pero tampoco era algo extraordinario; muy digna eso sí para un menú de ese precio.

Todo ello regado por vino de la casa (no me acuerdo cual era, una botella de 3/4) y por supuesto agua. De postre escogí flan de café; aquí la ración ya fue terrenal. Estaba bueno y creo que era hecho en el local. Mis amigos tomaron pescado con raciones más adecuadas a un cetáceo que para un humano.

El servicio, muy correcto, el camarero que nos tocó estuvo atento y servicial, me gustó bastante el trato. Había bastante personal, aunque algo insuficiente dado el número de comensales. No se puede reservar pero al ser un local gigantesco han de trabajar duro. Otro punto a favor es que el café (que tomamos en la terraza) está incluído en el precio.

Resumiendo, un buen sitio para ir con niños sabiendo que todo el mundo encontrará un plato de su agrado. El único pero, lógicamente, que dan demasiada comida. Propondría que fueran la mitad o, como mucho, las 3/4 partes y que el menú estuviera a 12 euros. Creo que clientes y empresa ganarían con el cambio.