¡Todo el mundo conoce al Xadic del mar!
¡Todo el mundo conoce al Xadic del mar!
Es curioso que todo el mundo al que preguntamos por un lugar para comer correctamente y con una buena carta de vinos nos recomendaba este minúsculo restaurante de Banyuls-sur-mer.
Es un lugar pintoresco a escaso metros de la playa donde su mayor aliciente es la carta de vinos de la zona, variada, con buenas referencias y precios excelentes, a precio prácticamente de tienda. No menos pintoresco es Emmanuele, su cocinero-camarero-portero-regateador. Con una cocina basada en los platos fríos, una mise en place perfectamente organizada y cuatro mesas (una de ellas para compartir) hacen que este restaurante no necesite de más de una persona para ofrecer una buena experiencia gastronómica y, sobre todo, enológica.
Cocina de mercado con productos de la zona, según nos explicó el propio Emmanuel, que en el caluroso veranos resultó realmente atractiva. La carta se muestra en una pizarra en la que puedes ver la modesta pero atractiva oferta.
Probamos el rillette casero que aquí se elabora y que está muy rico. Bajo él se encuentra una ensalada de patata con encurtidos, muy fresca. Buena forma de empezar. Seguimos con un steak tartar, bastante bueno también, con el corte grueso que delata estar cortado a cuchillo aunque algo falto de picante. Boquerones en vinagre, les faltaba algo de tersura pero correctos y una ensalada muy fresca de higos de temporada con mozzarella. Terminamos con una selección de quesos de la zona.
¡Párrafo a parte y mención especial para ese pan tan bueno que tienen!
Las paredes llenas de estanterías repletas de vino es la carta del restaurante. Puedes comprar para llevar o tomar in situ. Emmanuele nos recomendó algún vino interesante y el resto lo elegimos nosotros.
Es un local curioso, se come bien, se bebe mejor y aunque es todo muy sencillo, incluyendo las estrecheces del local, no deja de ser un pequeño despacho de comidas frías, con un baño horroroso, por cierto, y un cocinero descuidado que no para de salir a fumar. Sin embargo ese desenfado te hace sentir como en casa, te acerca a la cocina local y te da proximidad y calidez.
Un lugar interesante al que volvería y parara de nuevo en Banyuls.