Cuatro años después...

Y no ha cambiado gran cosa. Reservamos a mediodía en el comedor interior. En la terraza no había nadie... ni en las de los locales próximos.

Fuimos con unos familiares montillanos que no conocían el local. Servicio, menaje, ambiente... todo prácticamente igual. La carta ha cambiado algo, pero fiel a su estilo. Llevamos el vino de casa.

Empezamos con un aperitivo obsequio de la casa: huevo sin huevo... Original presentación y buenísimo.

Primeros para compartir:

- Paté de perdiz con toque de aceite de romero - Nos gustó tanto, que pedí si me podían vender un tupper para que se lo llevase mi tío :-D

- Pan cristal con compota de zarzamora, foie y virutas de ibérico - Foie y jamón. ¿Qué puede fallar? :-P

- Croquetas semilíquidas de jamón ibérico - Para comérselas de un bocado. Fantásticas.

Como platos principales:

- Cocochas de merluza al pilpil - A mi tía le encantaron. Salsa ligadita y un olorcillo...

- Tartar de atún macerado con soja y encurtidos - Ligero y sabroso.

- Solomillo de vacuno con patatas fritas - La guarnición original es de puré de patatas, pero accedieron a cambiarla y no poner la trufa. Tierno y sabroso. Las patatas fritas, estupendas.

- Raviolis de rabo de toro sobre cremoso puré de patata y su jugo - Suculentos.

De los postres, no me acuerdo. Y me suena que tomé una copa de vino dulce... ;-P

En fin, que muy bien, que parece que han superado la pandemia y me alegro un montón. Sigue siendo unos de mis preferidos en Córdoba.

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