Me suele costar hacer este tipo de valoraciones que al fin y al cabo no dejan de tener dos objetivos: hacer un crítica constructiva y ser un aviso para navegantes. Espero que la lectura de ésta sea con esta finalidad.

Las calles del centro de Sagunto, en plena subida al núcleo romano y su célebre teatro, conforman un paseo muy recomendable. Los turistas suben y bajan por ellas y por eso el tránsito está asegurado, la gente entra en los restaurantes, con mayor o menor acierto, pero siempre entran. Es por esto que es tan fácil dormirse y no ver lo que se tiene entre manos. Si la caja se llena ¿está todo correcto? No, definitivamente no.

El restaurante Espai Gaeta una verdadera joya en el inicio de la subida al teatro romano, lo que además puede ser muy atractivo para los más perezosos. El entorno es inmejorable, pues se cena en dos terrazas interiores ajardinadas a las que se accede por una casa preciosa, un pequeño palacete bien cuidado con frescos (para mí gusto poco acertados) y decoración pretendidamente romana, asemejando a unas de esas villas clásicas.

Pero aquí acaba toda la experiencia positiva. La carta es escueta, basada en unos cuantos entrantes fríos, ensaladas poco atractivas y brochetas a la brasa. Fin de la historia. La lectura de los platos no invita demasiado a pedirlos, pero aún es peor cuando se le pregunta al personal de sala.

- ¿Qué es el esgarraet sefardí?
- Esgarraet
- ¿Y por qué es sefardí?
- Porque suena bien.

En esta línea transcurre una velada en la que es mejor dejarse llevar por los aromas del jazmín y una acertadísima música en directo que te hace olvidar lo que tienes en la mesa. Brochetas para olvidar, ensaladas con poca gracia, un pulpo a la brasa que vino en dos patas, una correcta, la otra gomosa y poco más.

El precio es bajo, lo que no significa que sea barato, porque ni el servicio ni la materia acompañan. Aunque nos quedamos con algo de hambre, preferimos dar un paseo y tomar un helado que arriesgarnos con los postres. Además de los tiempos de espera entre plato y plato, también padecimos el enorme lapso tras pedir la factura.

La carta de vinos es escueta, poco interesante y las copas a mejorar.

Sin valor gastronómico, pero si se está por la zona y no te importa demasiado lo que vas a comer, el entorno es fantástico.

Atención padres con niños en carro o minusválidos: el restaurante se encuentra en la parte alta de la casa a la que se accede por una empinada escalera. No hay ascensor.