Misma mesa que en la anterior visita. Más o menos medio aforo. Esta vez pusieron los vasos antes que la bebida, pero tuvimos que tomar prestados los platos de la mesa vecina para poder comernos el chuletón. Y el camarero ni se percató, tal como comentó a mi mujer cuando le informó del asunto cuando ya nos íbamos.
Pedí una copa de vino tinto (3,-€) y no vi la botella. El camarero se limitó a informarme que era un Montsant cuando le pregunté. El vino, flojillo.
El nuevo diseño de las patatas bravas (unas patatas pequeñas partidas por la mitad, y con salsa en medio y encima de ellas) me parece un intento de dar menos cantidad al mismo precio (5,-€), y de paso se ahorra el pelarlas y cortarlas.
El tartar de salmón con aguacate (15,-€) tenía los trozos cortados en mirepoix. Estaba bueno, pero no era un tartar.
El chuletón de 1 Kg. (46,-€), algo mejor cortado. Esta vez nos trajeron un trozo de grasa para untar la piedra, aunque ésta llegó con antelación y sufrimos por si no duraba suficiente el calor para asar la carne. Fue muy, pero que muy justito.
Completaron la cena un par de botellas de agua de 1 l. (2,75€/ud.) y un par de tostadas acompañadas de "tomacó" y un diente de ajo (2,40€).
En fin, que la comida está bien, pero el servicio es un desastre. No sé si volveré.
Tartar, lo que se dice tartar, no me parece...
Las bravas de la tercera visita.
Las bravas de las 2 primeras visitas.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.