Buena comida. Trato excelente.

Nueva quedada con mis amigos madrileños. Esta vez acompañados de nuestros respectivos retoños. Hay que encontrar un sitio intermedio entre su lugar de descanso y mi casa así que nos decidimos por Haro.
Sin mirar demasiado, me convence lo visto en este local y sus opiniones. Restaurante muy bonito. Buenas mesas, de buen tamaño. Una sensación de “frescor” que dado el día que hace, se agradece inmensamente.
Nos acomodan en una mesa amplia, al fondo del local. Podemos vernos perfectamente las caras los 9 comensales.
La reserva se hizo sobre su menú “bodega”, un menú de 35 euros que tenía muy buena pinta y que después de lo vivido, la tiene mejor aún.
Comenzamos con unas bandejas de jamón y cecina. Ambos de buena calidad y raciones generosas. Un toque de aceite de calidad en la cecina que la hace más apetecible si cabe.
Unas gambas a la plancha. De pequeño tamaño pero muy bien conseguidas. De las que se pelan con facilidad. Eso es buena señal. El toque de sal gorda exacto. Que sería de unas gambas sin ese toque de sal. Afortunadamente algunos no son demasiado amigo de ellas y los demás podemos comer alguna más.
Unas estupendas ensaladas de pulpo que han tenido un éxito tremendo. Aunque llevan mucha lechuga, tampoco escatiman en el producto principal que por cierto está muy bien preparado. Mira que no soy el fan más fiel de las ensaladas pero tengo que reconocer que me he puesto las botas. Muy ricas.
Los platos principales son a elegir. Hay bastante variedad. Chuletillas, carrilleras, txipirón plancha, magret de pato, merluza con hongos…… yo me decanto por el rabo. Unos trozos mejores que otros pero bueno. Buena salsa para untar el pan. He probado de algún otro plato y creo que la cocina tiene un nivel más que aceptable. En un menú de este tipo y precio más aún.
De postres también tenemos unas cuantas cosas a elegir. La mayoría se decanta por los sorbetes, de limón y mandarina. Yo he probado el de mandarina y está muy refrescante. Me pido una tarta de queso. La pido sin “estorbos” y el resultado es correcto. Un tanto seca para mi gusto pero a fin de cuentas hecha en casa. Esto no puede estar malo.
Los vinos del menú son de la bodega Martínez Lacuesta, cercana a la ubicación del propio restaurante. Eso está bien. El blanco está rico. El tinto, dice Luis que merece la pena. Yo ya tengo en mente beber algo diferente y no me centro.
Les pregunto que si tienen algún blanco más…. “serio”. La que parece la propietaria, casi hasta se lleva una alegría. Me comenta que desgraciadamente los ha tenido que quitar de la carta. Que no hay demanda. Estamos en Haro, estamos en la cuna de este vino y la gente no lo bebe. Hay cosas que son tan difíciles de entender……. Así que tengo la infinita suerte de que tiene una botella de un vino que tenía pendiente yo. Un Viña Gravonia, concretamente un 2005. Pues un vinazo. Potencia en nariz, potencia en boca. La crianza se nota, se nota mucho. Una relación calidad-precio que me parece excepcional y más hoy. Me ha dicho que le ha hecho tanta ilusión el aprecio que no me lo cobra. Gracias maja. Un detallazo.
Unos cafés dan por terminada la velada que ha sido enteramente gratificante. Destaco yo el trato recibido por encima de todo. Personal majísimo.
Si alguien quiere ver alguna foto: http://gastiondo.blogspot.com.es/2015/08/restaurante-el-rincon-del-noble-haro.html