Luis y la tortilla de patatas

Este sí que no falla. Año tras año, y van ya unos cuantos, casi 30 diría yo, para allá que vamos. Y ahí está siempre, tras la barra, ese casta zumaiarra –casado con zestoarra- llamado Luis, con sus bigotes y sus chanzas. Menuda pieza. Siempre breves y entrecortadas charlas, lo que da de sí las visitas, rápidas, (aquí no se andan con estancias largas en bares, aquí es como debe ser, oño, vino, pintxo y a otro) y entre que pone un vino por aquí y una sidra por allá, pues lo que nos da tiempo. Pero a lo largo de los años hemos echao alguna risa que otra e incluso me ha enseñao algo de euskera (básicamente a pedir zuritos jeje) y hasta a poner gintonics en esos tiempos heroicos en que los mejores gintonics del mundo los preparaban en Gipuzkoa.

Una tarberna-bar de copas en la calle de los bares (Erdikale, pegadita al Uztapide), barra alargada y al fondo una pequeña zona de mesas con una tele a lo lejos que, oye, será casualidad, pero siempre que voy hay carreras de traineras. Este año han cambiado la iluminación de la barra, con unos focos cenitales que le dan un puntillo más moderno.

¿Y a qué vengo yo aquí además de a ver a Luis? Pues a tomar el pintxo de tortilla de patatas. Una de las mejores que he probado. Gruesa, jugosa pero sin perder cuajo, pasadita de aceite y sal… Sápida al cubo. Pa volverte loco. Siempre en la barra verás un plato de pintxos de tortilla, con el pan debajo y un palillo, no raciones, pintxos, que esto se confunde mucho en muchas partes. Raro es que no me coma dos… Y con un txakoli, Arregi. Aunque ahora tienen ya verdejo… ¡y hasta chardonnay! ¡Cómo pasa el tiempo! Pa todos, menos pa Luis, que está el tío siempre igual, hecho un chaval.