Acudimos recomendados por unos amigos y sabíamos que era una apuesta segura. A pesar de ello, el restaurante superó nuestras expectativas. El emplazamiento es maravilloso. La mesa dispuesta en la terraza, a pocos metros de un mar azul-turquesa flanqueado por la meseta de la Mola. El servicio excelente desde el primer momento. Entrantes abundantes y bien servidos. Tomamos un arroz de pulpo y cigalas espectacular. Del postre destacar la tarta de queso curado. Café caleta preparado y servido en el instante para rematar. Amplia carta de vinos y muy buen servicio. Muy recomendable.