Por debajo de las expectativas

Animados por la recomendación de un familiar y apoyado en las opiniones favorables que vi por internet nos decidimos a probar la comida de este moderno restaurante. Situado en un lugar inmejorable, al pie del acueducto y con unas vistas espléndidas, disponen de un local amplio y luminoso, con un aspecto funcional y una decoración escueta pero bien escogida. Las mesas son de aspecto industrial, sillas cómodas y vajilla de corte actual. La cocina, impecable, está a la vista desde las mesas a través de una gran cristalera.

Según nos informamos el negocio tiene una doble vertiente: Una escuela de cocina y el restaurante en sí, que lo entiendo como el escaparate de la primera. Cada día tienen una propuesta de menú diferente, y los domingos se trata de una degustación de diversos platos, que desgrano a continuación:

+ Como aperitivo, varios tipos de aceitunas, algunas de ellas aliñadas o "tuneadas", como dicen los modernos. Pasable, aceitunas normalitas y aliño a base de pimentón que tampoco aportaba demasiado.
+ Otro aperitivo, en este caso un trozo de fuet presentado con tabla y cuchillo para cortar al gusto y acompañado por tomate rallado con aceite y un toque de comino y pan de cristal ¿Qué puede ir mal en un plato tan sencillo? Que escogas para el pan unas rebanadas estrechas, finísimas y llenas de burbujas, con lo cual la tarea de poner encima el fuet y el tomate se convierte en una sesión de funambulismo para que aquello no se desmorone ni se derrame. Más que de cristal parecía pan de tela de araña.
+ Lentejas estofadas con chorizo: Correcto, las lentejas en su punto y con un guiso ligero, que se agradecía con el calor que hacía.
+ Lomitos de lubina sobre salsa de puerros: De lo mejor de la comida, la piel con un toque crujiente y la crema muy agradable.
+ Supremas de gallo de corral con patatas cerilla y ensalada con vinagreta de mostaza: Con un nombre tan rimbombante uno espera algo bastante mejor que un par de filetes de pechuga de pollo corriente y moliente pasados por la plancha, y con uno de ellos a medio hacer, y unas patatas fritas normales y corrientes. Como me dijo mi familiar cuando se lo conté la poesía está matando a la cocina.
+ Espuma de leche con chocolate blanco, gelatina de café y virutas de chocolate negro: Muy agradable, nos dejó buen sabor de boca.

En cuanto al vino, la carta es corta: 4 blancos, unos 10 tintos y un par de espumosos. Variedad en cuanto a la procedencia y vinos en general asequibles de precio, a pesar de una inflación que multiplicaba prácticamente por 3 el precio en tienda. Como el único que bebía vino era yo me pedí un par de copas: Una de Juan Gil moscatel (2,50€) y otra de Editor crianza (3€), vinos correctos pero que no merecen un precio tan alto. Temperatura correcta y servicio adecuado, permitiendo probarlos antes de decidir.

Mi opinión es que a tenor de lo que leo en otros comentarios y de la opinión de mi familiar quizás no fue su mejor día, pero yo salí con la sensación de que lo que se ofrecía era más apariencia que presencia real.

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