Muchas opciones de comida, sobre todo italiana, pero muy de comida rápida para cumplir la necesidad de alimentarse.

Nos mereció la pena ir a algo más seguro como es la contundente cocina alemana, donde en un ambiente como de cervecería alemana, disfrutar de un codillo y una buena jarra de cerveza Urbock de tamaño alemán de Octoberfest. Buen pan y aceite Basso.

El codillo muy crujiente por fuera pero algo seco por dentro resultó mejor la apariencia que la realidad. La compañía en el plato, prescindible.

Eso sí, los helados posteriores, una auténtica pasada de sabores y calidad, especialmente del chocolate super negro, algo así como el chocolate de fallas que casi es sólido al enfriarse y transformarse en helado.
Los pequeños disfrutaban más comprando Choco kebab, que era ni más ni menos que un puesto de venta de kebab completo en el que el rulo de carne se ha sustituido por un rulo de chocolate y vainilla a capas horizontales de donde se sirve cortando láminas como la carne del kebab.

¿La Expo? Pues pocos pabellones interesantes más allá de propaganda del país y de sus paisajes. El pabellon español muy flojito siendo interesante (y a alto precio) la tienda de jamón 5 jotas y los vinos. El calor dificulta tomar tapas en la terraza.