Tras la comida en El Bichero y una tarde de feria en Vinoble, salimos con ganas de seguir picando algo y nos dirigimos a este pequeño restaurante situado cerca de la zona, en una estrecha calle peatonal. El local es pequeño y sencillo, presidido por un mostrador donde vemos los pescados del día (alucinantes el Pargo de 6 kg, las cigalas de tronco y el corte de ventresca de atún), pero con la buena noche que tenemos nos sugieren preparar la mesa en la terraza, situada en dicha calle, y en un momento tuvimos lista una amplia mesa para los 11 comensales.
La cocina que aquí se oficia tiene poco misterio aparte de un producto marino de primer nivel y de mucho arte en la fritura, preparación que en Andalucía en general y en Cádiz en particular desde luego que bordan. Comenzamos con una especialidad de la casa, las bocas de la isla, que son pinzas de cangrejo barrilete cocidas, un cangrejo “violinista” endémico de la bahía gaditana con una pinza mucho más grande que la otra. Muy frescas y parecidas a las nécoras. Para comerlos bien nos dan unos curiosos mazos de madera parecidos a los de los jueces, con lo que al final hubo su cachondeo con el aperitivo…
Comenzamos la cena en sí pidiendo la ensaladilla de gambas, hecha al estilo de la zona, con patata machacada y sin bonito, pero en este caso abundante en colas de gambas. Muy buena. Pasamos después a las frituras, en este caso de acedias, boquerones y puntillitas de calamar. Excepcionales las tres, destacando un producto excelso, fresco como ninguno y una fritura perfecta de punto y con ese toque crujiente que da la harina de garbanzo sin quedar apenas nada de grasa. El arte de la fritura. Y como plato principal no íbamos a dejar pasar esa ventresca de atún rojo, pasada apenas vuelta y vuelta y acompañada por un magnífico tomate. De nuevo un producto de 10, uno de los mejores que la costa gaditana puede ofrecernos. De postre no nos complicamos mucho y le dimos a unos bombones helados que nos ofrecieron y que apetecían a esas horas.
Carta de vinos sencilla pero apañada y con opciones para elegir, tampoco nada excepcional pero sí con un poco más de lo habitual en esos lares, que desafortunadamente es poco. Como siempre nuestra prioridad son las opciones locales y vemos ese maravilloso fino que es La Panesa de Emilio Hidalgo a un precio bastante bueno (35€) y terminaron cayendo 3 botellas. Copas correctas y de varios tipos. Nos dejaron abrir además algún Champagne nuestro, algo que indudablemente les agradecimos. Servicio agradable y profesional encabezado por el propio Marcos que siempre se mostró amable y dando facilidades para todo. Muy bien.
El precio final fue de algo menos de 40€ por persona, lo cual está francamente bien para la calidad de lo que comimos y el vino que tomamos, así que hablamos de una magnifica RCP y hace que sea una opción más que recomendable en el centro de Jerez para tomar pescado y marisco de calidad. Se hace más recomendable ir a cenar para estar en la terraza, mucho más agradable que el comedor interior. Volveremos.