La pizarra del Silabario es la opción moderna, económica y desenfadada del famoso restaurante Silabario. Se trata de un local amplio, con una gran barra, una decoración informal y mesas y sillas de corte sencillo pero actual.
Después de consultar en las pizarras que dan nombre al espacio tanto la oferta de vinos por copa (interesante, en torno a 15 referencias incluyendo generosos, blancos, rosados, tintos y espumosos y con una inflación de precio razonable) y la de comida (consistente en raciones y medias raciones tanto de productos más o menos típìcos de la zona como otras más "internacionales"), y tras degustar un par de aperitivos por cortesía de la casa (unas lonchas de un buen salchichón y chorizo y una taza de un reconstituyente y sabroso caldo gallego), nos tomaron nota de lo siguiente:
+ Empanada de maíz de bacalao y pasas: Una fina y levemente crujiente masa y un relleno abundante y jugoso, con buena materia prima y en su punto de sal. Bien.
+ Croquetas de setas silvestres y jamón ibérico: Excelentes. Cremosas, plenas de sabor y acompañadas de un nido de patatas paja.
+ Steak tartar de ternera, queso mahón, mostaza y jugo de boletus: Bien presentado sobre una pizarra con lascas de una torta muy fina. Buena carne, pero algo fallaba, faltaba sabor. Nos dejó un poco fríos.
Para acompañarlo tomé una copa de Pazo San Mauro (2,40€) y otra de A torna dos pasás (3€).
Por supuesto, también disponen de carta por botellas, que contará en total con unas 30 referencias bien escogidas.
En cuanto al postre, disfrutamos de una deliciosa tarta de queso que fue un buen colofón. Eché de menos la opción de algún vino de postre por copas, pero se me olvidó a la segunda cucharada.
El servicio fue atento y rápido. La única pega que puedo poner es que nos sacaron todo a la vez, lo que hace que al final algo termines comiendo frío. Se excusaron diciendo que se lo habían sacado así de cocina, pero un rato después vi que con la mesa de al lado pasaba exactamente lo mismo, así que no sé si se trata de una excepción o es la norma.