Mi afán descubridor me lleva a rechazar los lugares de comida española (y europea en general) cuando visito países en el extranjero. Sin embargo, a mi llegada a San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas, quise acercarme a este bar-restaurante para recabar información sobre otros lugares de la ciudad de la mano de Jordi, su propietario, del que todo el mundo habla maravillas en “mi otra” página de referencia (tan sólo cuando viajo fuera de España).

Cierto. El tal Jordi resultó ser una persona super atenta y agradable que, además, supo “amparar” a este solitario viajero y acompañarle en su primera velada en la ciudad. Además de un excelente gusto a la hora de confeccionar la carta, Jordi demostró unas inquietudes gastronómicas interesantes y los conocimientos necesarios para desarrollarlas. No se trata del típico caso de un español o un matrimonio que abren un restaurante con comida de inspiración española para aprovecharse la fama que ésta lleva asociada y poder sobrevivir así, o incluso progresar económicamente a base de paellas mal hechas o tortillas de patatas mediocres. En el Cau se selecciona cuidadosamente el producto, se lucha por conseguir que éste llegue aquí, superando todas las vicisitudes arancelarias y de distribución.

La carta ofrece una buena selección de embutidos entre los que destaca el jamón ibérico o el queso de Idiazábal. Croquetas, pulguitas o pequeños pinchos de tortilla, atún, chorizo, chistorra… completan una carta muy sencilla pero honrada con la que no se pretende engañar a nadie y con la cual un desconocido puede aproximarse a la cocina española de producto más típica y tópica.

Se cuidan detalles como el pan, las cervezas españolas y una carta de vinos con más de veinte referencias de aquí que puedes degustar por copas o botella entera. El ambiente es desenfadado y juvenil, cosa que favorece la presencia de la música en directo de algún vocalista con cierto aire bohemio. No cito con exactitud lo que degusté pues realmente no lo recuerdo. Cené muy bien y acabe con un café como Dios manda.

El precio resulta un pelín subido a la fuerza, teniendo en cuenta los altos aranceles que hay que costear para meter el producto español en el país y conseguir que el distribuidor acepte a servirte dadas las grandes distancias existentes entre los estados de la República. Mención especial, otra vez, para Jordi por sus consejos, su conversación y la charla en general. Así se cuida a los clientes.