La última vez que visité este restaurante fue con mi padre hace....25 años. Lo único que sigue igual son los manteles rojos de cuadros.
Comedor amplio, mesas separadas y menaje sencillito. Un miercoles al mediodia, tres mesas de dos...
Despues de pasear por Gratallops, Porrera y la Vilella baixa nos dispusimos a recuperar fuerzas en este histórico hostal, que las ultimos comentarios dejaban para el arrastre. Vaya por delante que no comimos mal.
Unos canalones y un bacalao con romesco bien resueltos de entrante.
Un pollo de corral a la catalana excelente y un buen entrecot de buey en su punto.
De postre un "mantecau" "comme il faut".
De beber tomamos cerveza y no chafardeé la carta de vinos.
El servicio bien justito. Una sola persona que tomaba las notas y servía. Me parece que el problema se agrava por el tema de la cocina en el sótano.
Pienso que no hay mas que contar.
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