Cuidando los detalles

Un emplazamiento que se encuentra apenas a unos minutos del centro y que cuando llegas crees haber realizado un viaje de por lo menos algunas decenas de kilómetros. Se respira una agradable atmósfera de tranquilidad y aunque el sitio parece obedecer a los dictados de los numerosos locales BBC ubicados a las afueras de las ciudades y cortados por el mismo patrón, (numerosas mesas, altísimo nivel de ruido y cocina desprovista de alma) una vez que se conoce, se encuentra bastante alejado de todos estos indicadores asociados a la restauración batallera y carente de personalidad.

Mesa para dos comensales, en la zona de la terraza con una gran panorámica de la sierra madrileña en la que todavía se vislumbraban restos de nieve en lo más alto de las cumbres. Temperatura ideal y un buen índice de ocupación por parte del público que allí se encontraba.

El lugar tiene una serie de compartimentos interiores que van conformando los distintos salones y una terraza exterior. Es un sitio de grandes dimensiones y con una buena cantidad de mesas. Decoración sobria, pero elegante, de tipo castellano actualizado . Sensación de extrema limpieza.

Mesas muy bien vestidas, a todos los niveles (mantelería, vajilla y coperío). Una vez acomodados en la mesa nos tomamos dos generosas copas de la Papirusa acompañados con un par de trozos de queso en aceite aromatizado con hierbas (romero, casi con toda seguridad). Ante el ofrecimiento a probar dos vasos de salmorejo y con algo de manzanilla en la copa, no pudimos resistirnos. Si bien la textura del salmorejo nos pareció menos densa de lo que nos hubiera gustado, los sabores de su aderezo y el complemento de unas virutas de jamón y unos trozos de huevo lo posicionaron como un muy buen principio a lo que tendría que venir.

Continuamos con una enorme ensalada de tomate raff, ventresca, aguacate y cebolla roja cortada muy fina: con ingredientes de calidad y bien combinados, raramente se falla. Mi compañero me ganó en el saque inicial al acabar este primer tiempo con media ración de callos con una pinta de lo más apetecibles para los que , como es mi caso, tenemos la desgracia de no gustarnos este tipo de preparaciones. Contaron con las alabanzas de quien los comió, destacando un toque de picante , al parecer, que los hacía aún más apetitosos, si esto fuera posible.

Como segundo acto, la cosa quedó de la siguiente manera: mi compañero de mesa se atrevió con un soberbio corte de carne de vacuno (entrecotte ), de grandes dimensiones, hecho al punto solicitado (casi crudo) y que no opuso resistencia el cortarlo, otra señal de su ternura y óptimo punto de maceración.
Para mí, la elección fue de un rape de ración muy fresco y de gran sabor hecho con una salsa bilbaína que no restaba protagonismo al pescado. Bien presentado y cantidad más que suficiente.

Para acompañar todo esto optamos por un infalible Gramona Imperial Brut Gran Reserva 2008 bien servido de temperatura y a un precio bastante ajustado (22€). Comentar que la carta de vinos no es muy amplia pero si está hecha con criterio. Contando en su haber unas referencias interesantes a unos precios ajustados (incluyendo algunas añadas de cierta antigüedad de referencias como el Barón de Chirel 94, el 890…).

Como reflexión general, decir que la cocina es clásica con muy buena materia prima y de gran relación calidad-precio. Se ven numerosos detalles que les distancian (y mucho), de los numerosos bares pegados a las carreteras donde , en términos generales, no se tiene mucho aprecio por la calidad y la limpieza y que luego a la hora de pagar, te cobran de manera desproporcionada como si lo servido fueran productos de alta gama.

Terminamos con unos cafés y cuatro trufas con aromas de naranja amarga (obsequio).

Experiencia muy satisfactoria, en términos generales. Nos deja un sabor de boca tal, que nos apetece volver sin lugar a dudas.