Hostelería con sentido

Valencia está repleta de restaurantes que tienen la forma pero no el fondo, con buenas mantelerías, vajillas, camareros uniformados que le abren la puerta al cliente, o que le rellenan la copa de vino cuando se vacía. Pero el verdadero cuidado del cliente comienza en la compra de buenos productos, en su frescura, en cobrar un precio razonable por los platos, además de ser amables (esta palabra deriva de AMOR) y atentos con los clientes. Por tanto, calidad, precio y trato, ese es el verdadero respeto por el cliente, tres cualidades esenciales de la hostelería que este restaurante reúne.
La calidad estuvo en sus tapas, porque la carta, en esta ocasión, consistía en unas 10 o 12 tapas -las probamos todas-, 4 o 5 tostas -comimos 2- y varios platos de embutidos y jamón ibéricos y quesos artesanales. Destacaremos las siguientes elecciones:
- Bravas
- Albóndigas al curry
- Escalivada con brandada de bacalao
-Tarta de salmón con crema de aguacate
- Tosta de guacamole con secreto de chimichurri
- Paté de pollo de corral con ...
Por ejemplo, las bravas fueron toda una explosión de finura; las mejores que he probado. Y las salsas, en todas las combinaciones, perfectas.
Bebimos Les Alcusses 2011, idóneo acompañamiento. Aquí otra reflexión hostelera: para mí el servicio del vino fue también bueno y correcto. ¿Por qué? Desde que en 1997 hice mi primer curso de Enología, aprendí que eso del maridaje es algo relativo, y que todo el teatro sumilleresco, sobra. Importa el producto.
Por último, postre de Browni de chocolate blanco y dos carajillos. Invitación a mistela.
El entorno: muy bueno, estás y tienes vistas a la Plaza del Pilar.
La regenta, Esperanza, la clave de la felicidad que por momentos experimentamos en su local, un restaurante de verdad, que mantiene la esencia de la hostelería.