Atunes pijos en Chamberí

MACARELA es un restaurante abierto hace bien poco en la calle Monte Esquinza, en pleno Chamberí. Un local bastante amplio, con dos plantas abiertas a un espacio central en el que han colocado un olivo. En la de abajo está la barra y una zona de mesas altas para tapeo. En la planta de arriba, un comedor más formal. Decorado en blanco, maderas en tonos claros, grandes cristaleras, resulta un espacio luminoso y acogedor.

Se anuncian como un local de cocina de Barbate, especializado en atún de almadraba y ternera retinta. Dos personas, sábado noche, reservamos previamente y llegamos sobre las 9 y media. Nos informan que nuestra mesa está en la primera planta, a la que nos acompaña un camarero que nos coloca en la peor mesa de todo el restaurante, justo detrás de unas puertas abatibles que dan a la cocina, de la que está entrando y saliendo gente todo el rato como posesos. Protestamos, porque había mesas libres por todo el local (muchas no llegaron a ocuparse), y tras negociarlo (estuvimos a punto de largarnos), por fin nos cambiaron de sitio.

A partir de este momento se hace cargo de nuestra mesa otro camarero rubio muy majo (menos mal). Haciendo caso de sus recomendaciones pedimos:

De entradas: cazón en adobo, puntillitas y dos tortillitas de camarones (todo en medias raciones). El cazón muy rico, sin embargo los chopitos y las tortitas de camarones prescindibles, demasiado aceitosos para nuestro gusto.

Tataki de tarantelo (una parte de la cola del atún). Marcado en la plancha, con vetas de grasilla infiltrada, acompañado de un tartar de tomate y mayonesa de wasabi. Bastante bueno, lo mejor de la cena.

Steak tartar de lomo bajo. Nos preguntan por el punto y lo pedimos poco picante por si acaso. La carne tierna y cortada a cuchillo, pero faltó algo de sabor, nos resultó un poco insípido.

De postre una tarta de zanahoria a compartir, suave y nada empalagosa, buen final de comida.

Para beber, un Gadir fresquito, que para eso estamos en un sitio gaditano. Con un café pagamos poco más de 60 euros. Una correcta relación calidad-precio.

Ambiente muy pijo, muchos grupitos de chicas de cena pre-copas, al estilo Marieta. Salvo por el incidente de la mesa, el servicio en general diligente. Se nota mucho que algunos camareros son profesionales de la cosa y otros la verdad es que se podían ir a su casa. En cuanto a la comida, lo mejor el atún, las frituras están menos logradas. No está mal, si nos cuadra volveremos.