Menú de sábado de 14 €, todo incluido menos los cafés. No está mal para un menú de sábado, restaurante escogido por otros ya que íbamos en grupo.

El local es de aspecto sobrio, aunque con algunos toques de color y alegría. Manteles de papel combinados en verde y calabaza. Servilleta barata de papel.

El menú presenta platos elaborados y fuera de lo que uno se espera de un bar restaurante de barrio.
Pan corriente, vino DO Calatayud de baja calidad y gaseosa La Casera, imprescindible para echar a ese vino. Agua Font Vella grande en botella de plástico.

De primero pido croquetas de jamón con escalibada, anchoas del cantábrico y salsa romesco. Buena presentación, cinco sabrosas croquetas que parecen hechas por ellos. Escalibada ensombrecida por llevar pimiento morrón barato de lata. Tres anchoas del cantábrico, que si bien antes era sinónimo de calidad, ahora ya sabemos que pueden venir de media costa africana. Salsa romesco presentada en cucharilla de porcelana. El rissoto con gambas que descarté venía acompañado con dos gambones en una muy buena presentación, nadie dejó ni un grano de arroz, no lo probé.

De segundo pido secreto ibérico marinado, sobre migas. Acompañado de un par de uvas negras. Bueno, lástima que el secreto se encontraba pasado de punto de cocción y algo seco.

De postre, nos especifican que todos están hechos por el cocinero, pido brownie. Presentado como corte de tarta. Muy deficiente, apenas sabía a chocolate. A saber qué sucedáneo de chocolate le pusieron.

Sorprende el intento de realizar un menú variado y con platos de calidad, aunque se quede algo en el intento, en un bar restaurante de barrio, en un local sin ningún encanto. Una buena opción de todas formas si huimos de la comida típica de restaurante barato, y a un precio razonable.

Si estoy por la zona y es hora de comer, volveré.