En la calle peatonal que concentra mayor número de locales, en los que es difícil elegir por lo que se ve y que eliges porque coincide que alguien se levanta cuando pasas porque en caso contrario no cenas; incluso nos quedamos en la calle al calor de ese invento de estufas de peana que permite ampliar el número de mesas y para alegría de los fumadores que no están solos en la calle.
Imposible hacerlo dentro del local donde no se ponía ni entrar y menos sentarse a la mesa. El servicio exterior rápido y eficaz, incluso dudo que dentro fuera mejor, lo cual es raro.
Cena para 8 tras el intento fallido de La Tana en la calle contigua, por no reservar en el comedor privado con suficiente antelación.

Todo al centro:
. habas con jamon: habitas baby con algo de exceso de aceite y poco jamón
. patatas fritas: capricho de ver pasar una bandeja: no merecen la pena
. croquetas caseras x 2: buenas (y calientes) croquetas de jamón. Notables.
. tortitas de camarón: un descanso al salir de la freidora sobre papel hubiera dejado perfectas a unas sabrosas tortitas con exceso de aceite.
. jamón de pata negra. Bueno era, pero lejos del jamón ideal
. fritura de pescado x 2: bien el aceite esta vez, con merluza, gambitas, boquerones (quizás lo más flojo), anilla de calamar, chanquetes. Correcto conjunto.

Para beber una copa de blanco de la casa traído servido desde la cocina y sin dar opción. Un agua grande Sierras de Jaén (¿y Lanjaron?). Dos tintos, de inicio el de la casa, un Ribera roble de 4 meses, La Inosa y tras el fracaso, pasamos a Matarromera crianza 2011.

Completa un pan básico y la invitación a un café y copa de Magno.
No creo que acertáramos, pero seguro que no fallamos.