Restaurante Casa Juanita en Begur
Restaurante Casa Juanita
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
40,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Octubre a marzo
Nota de cata PRECIO MEDIO:
40 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de Casa Juanita
OPINIONES
1

Fantástica. Sensacional la primera experiencia en este establecimiento. Fuí de la mano de mi hermano que es cliente asiduo y hacía tiempo que me lo recomendaba. Que Dios le bendiga con mil gracias por la brillante idea de invitarme y hacerme conocer este restaurante. Sorprende de entrada el local de estilo antiguo pero bien conservado y adaptado. Muy típico. Un curioso horno de leña en el mismo comedor recibe al público con un aroma absolutamente embriagador. Solo con abrir la puerta del establecimiento se percibe el olor del horno y de los buenos productos que en él se cuecen. Imposible dar marcha atrás. Emociona. Engancha. Salivación absoluta desde el primer instante. Excitación de papilas gustativas antes de probar. El chef Jordi Barreda faena inquieto preparando los pescados que entrará en el horno. Repite absorto el proceso una y otra vez. Concentrado como si lo demás no fuera con él. Vigila con eficacia la cocción mientras otea en el horizonte de las mesas para saber como está y como va todo. Sin parar en su tarea, aparenta que no sabe que se convierte en el Flautista de Hamelin que muchos gourmets sensibles de boca queremos seguir. Lo que lleva entre manos es bueno. Muy bueno. Sé que lo sabe porqué intuyo como se le escapa la sonrisa. Entre tímida y burlona. Con ella parece expresar un "seguro que te haré disfrutar". Sonrisa satisfecha sólo del que tiene la seguridad de la absoluta calidad de los productos que ofrece. Porqué mucha es la calidad de los pescados que presenta a diario por mayoría absoluta. Calidad casi única, me atrevería a decir sin miedo a equivocarme. Como también lo son las pocas carnes que prepara también en su horno. Los pescados que vende son tan frescos que cuando los presenta por las mesas se percibe un último hálito de vida en cada pieza. Aún conservan el alma. Como si de un pase de modelos se tratara entre las mesas desfila sin ninguna duda la flor y nata de los mejores pescados capturados por la zona. Espectáculo de peces salvajes. Piezas por desgracia cada vez más únicas. Irrepetibles todas ellas. Cuando no las hay no las ofrece. Imposible sustituirlas por piezas de vivero o de piscifactoría. Esta operativa - común en otros restaurantes- no encaja con el ADN de Jordi Barreda. Sabe que nada puede sustituir la calidad que ofrece. Y esta es la clave del éxito. Lo sabe y de ahí su sonrisa escapada. La sonrisa que se percibe cuando solo de entrar uno se siente bailar - como quien no controla la cosa- al son de los efluvios aromáticos que desprende la flauta mágica de este gran Jordi de Hamelín.

Así bailando se llega al altar donde se consagrará todo. Y sentado ya en la rústica mesa uno tiene la sensación que la iglesia se convertirá pronto en catedral cuando empiece el espectáculo. Y entra un profundo deseo de que empiece todo de una vez. Sí, de que empiece. ¡¡¡Por favor que empiece ya...!!! Prisa por descubrir. Deseo irreprimible de disfrutar. Y la verdad es que no es para menos. Todas las expectativas que uno a priori se ha atrevido a formular se cumplen como por arte de magia a la perfección. Gustos ancestrales que evocan la misma escena del malcarado crítico gastronómico en la película "Ratatouille" de Walt Disney. Y en esta situación uno se pregunta cuanto tiempo hacía que no recordaba tal nitidez de sabores. Remonte sublime a la cocina de la abuela. Cocina tradicional. Sin embudos. Limpia. Natural. Ensalada insultantemente deliciosa. Pulpo a la brasa de perfecta ejecución. Salsa Romesco casera de banderas en alto y presenten armas. Fantástico. Garbanzos con tripa de bacalao que son un festival inolvidable. Lágrimas en los ojos de emoción -cuando a tenor de lo ya comido y de lo ya disfrutado- uno intuye como resultará la otra parte que se avecina. En este trance llega por fin el plato estrella. Un pescado al horno, elegido a conciencia, sobre un lecho de patatas y cebolla. La estrella de la noche viste una fina y sutil capa de buen perejil picado y un perfume bien puesto e insinuantemente atractivo de un preparado secreto a base de vino que Jordi Barreda nunca desvela. Con todo ello la estrella luce. Brilla. Se engrandece y se hace venerar. En este punto la modesta iglesia se convierte en templo. Elevación de altares. Acude entonces el dilema de si son mejores las patatas o el pescado. Opiniones varias en la mesa. Gustos para todo. Loor unánime. Éxtasis supremo. Global. Lágrimas y aplausos para un final de película. Un "The end" con la socorrida y abnegada frase de que todo lo bueno se acaba parece calmar nuestro "subidón" gustativo. Lástima que se acabo el festival de hoy rezaba el estribillo de la canción de los dibujos de las fantasías animadas de ayer y hoy de la televisión de mi infancia. Frase bien recordada. Como bien recordado será este festival. Felicidades a Jordi Barreda y a todo el equipo. Magnífico todo. Sensacional. Recomiendo. Imprescindible reservar con antelación.

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