El encanto de la sorpresa.

Reconozco que una de las cosas que más me gustan en esta vida -hablando de gastronomía- es la sorpresa. Disfrutar de una experiencia en un restorán que no esperaba, sobre todo por no imaginar un lugar de estas características fuera de una capital de provincia. Quizás el hecho de estar en una provincia -Navarra- de gran tradición y calidad de cocina podría explicar en parte el hecho: es muy difícil comer mal allí, pero pese a todo el lugar merece por sí solo la visita.

Este verano tan atípico pasamos unos días en el precioso Valle del Baztán y recalamos en su población más importante, Elizondo, para comer. Vimos este local y preguntamos para comer, no llevábamos reserva y estaba completo. Tenía u  apinta estupenda por lo que reservamos para el día siguiente, y comimos tan bien que todavía volvimos un par de días más tarde. 

El local es precioso, decorado de manera clásica con un montón de cuadros de calidad, mesas muy bien vestidas, menaje impecable. Servicio todo femenino, de punta en blanco, amable y profesional. Cocina a la vista en uno de los 2 comedores, pesonalmente me gustó más el más amplio desde donde no se ve la cocina.

Tiene un menú muy bien de precio pero optamos por unso entrantes a compartir y un segundo. En los primeros unos fritos excepcionales, revuelto de hongos, espárragos de Navarra. En los segundos chuletón, merluza a la vasca, a la bilbaína, chipirones en su tinta, bacalao ajoarriero, txangurro a la donostiarra...

Los postres no bajan el nivel, en la línea de producto: canutillos de crema, pastel vasco, ...ahí apunto el único pero que le pondría: todo bien regado de chocolate líquido que en mi opinión nada aporta.

La carta de vinos es muy correcta, con precios asequibles, y el servicio de categoría. Los tintos los enfriamos los 2 días, llegaron un poco calientes a la mesa.

Salimos encantados de allí, la pena es que nuestra estancia se acababa, si nos quedamos seguro nos ven una 3ª vez.

Pagamos 40€ por cabeza. Revisando lo comido y lo bebido excelente RCP.