Simplemente pasable

Segunda noche andorrana, y segundo restaurante a descubrir, de nombre ciertamente sugerente y con buenas críticas en la afamadísima T.A., circunstancia ésta que, como bien se supondrá, me dio exactamente igual a la hora de hacer la reserva y que, una vez más, no respondió a la realidad.

Situación y entorno: En pleno centro y muy cercano a la calle principal (Avenida Meritxell), un tanto escondido, cerca de la parte trasera del hotel Roc Blanc. El entorno interior no está mal; quizá haya alguna mesa de más -como la nuestra-, pero el sitio es agradable. Con una barra en la que se pueden tomar algunos vinos mientras se espera, y varias mesas altas. Junto a ello, un salón de dimensiones no muy grandes y un reservado (40 pax, arriba/abajo). Decoración agradable, buena iluminación -muy originales las lámparas-. Sillas y mesas correctas -de madera, sin mantel- cómodas. Buen ambiente, en donde se nota el papel principal del vino.

Intendencia correcta. Vajilla moderna, cubertería correcta, copas schott. Todo bien en este sentido. La cosa parecía prometer.

Servicio y servicio del vino. Pero, hete aquí que una vez sentados -fuera llovía y un vinito no hubiera venido mal nada más sentarnos-, tuvimos que esperar más de 25 minutos para ser atendidos. Para haber tres personas de servicio para atender, en ese momento, 5 mesas (incluida la nuestra, 12 pax en total), pues cómo que es mucho tiempo. Si a ello se une el hecho de que dan preferencia a “los del lugar”, soltándoles el rollo de las excelencias de cada vino, pues sí, todo muy güay, pero no es la mejor manera de atender al público. Suspiro.

Pasados esos 25 minutos -los 15 últimos con las cartas cerradas, y sin tomar las bebidas, viendo como el trío de la bencina iba de un lado a otro como pollos sin cabeza-, el propietario (presunto) del negocio nos tomó nota, pasando otros 5 minutos hasta que pudimos elegir las bebidas y cuando ya teníamos el aperitivo encima de la mesa. Valga como atenuante que, con posterioridad, todo fue ya más rodado, aunque -cosas veredes, amigo Sancho- luego todo se apresuró, recordándome, en algún momento, el servicio atropellado de los restaurantes chinos. Un tanto caótico. Quitando lo anterior -que, ojo, ya es quitar-, el vino estaba a correcta temperatura, existiendo una aceptable variedad de vinos y con la posibilidad de tomarlos por copas, lo que siempre es de agradecer, en buenas copas y a correcta temperatura, siendo esto lo que va a salvar la calificación en este punto.

Tomamos 4 vinos por copas -2 blancos (un ribera del guadiana y un siciliano) y 2 tintos (otro rioja maceración carbónica y un priorato). Todos ellos aceptables, menos el ribera del guadiana blanco, que posiblemente llevase ya algún tiempo abierto.

Comida: El concepto en el que se basan es el “pica, pica”, lo cual siempre me ha parecido una magnífica opción, en especial, para cenar. Ello explica que tengan una buena variedad de entrantes y de platos para compartir (unas 15). Para seguir existen 4/5 carnes, el pescado del día y un aceptable surtido de postres. Más algún plato fuera de carta. Como no nos apetecía comer en exceso, optamos por los tres siguientes platos.

- Patates l’enoteca “reinvención de patatas bravas”: Sinceramente, estaban bien, sin más. Pero me pregunto, ¿dónde estaba la reinvención?, porque, salvo que por ello entendamos el hecho de que las mismas fueran de forma cuadrada, yo no la vi por ninguna parte. Coronadas cada una de las patatas con una gota de salsa de mayonesa con punto picante (pimentón?), y un tanto subida de ajo (aunque es obvio que esto último ya es cuestión de gustos).

- Sugerencia del día. Revuelto de setas, con láminas de pera y cebollino. Presentado con el huevo sin batir coronando el lecho de setas. Buena cocción y de buena calidad. Preparación también correcta.

- Butifarra esparracada. Sin duda, lo mejor. Una buena butifarra, bien cocida, jugosa, cortada a dados y acompañada de una salta contundente y sabrosa con aderezo de frutos secos y -de nuevo- de unas cuantas setas más, en este caso unas colmenillas. Lo que más me gusto.

El pan: de un solo tipo, precortado. Aceptable.

No hubo postres, ni cafés, para dejar una cuenta total de 49,80 euros. Como el resto del conjunto -y excepción del servicio- una RCP correcta.

En definitiva, una sensación agridulce, porque es un sitio agradable para tomar un picoteo sin verse obligado a una cena rotunda y, además, disfrutar de un vino con tranquilidad. Pero claro, si siempre te atienden así, para pensarse dos veces lo de volver.

¿Tendrá otra oportunidad? Pues ya veremos; aunque los años me van cambiando, no es la paciencia excesiva una de mis virtudes. Y, desde luego, si hay algo con lo que nunca he podido ha sido con la lentitud del caballo del malo. Y es que aquí, como en el famoso chiste, sólo falta una cosa: “organización”.

  1. #1

    Joseangel

    No llevo del todo mal las esperas en los restaurantes, pero siempre que sea porque el personal no da abasto. Cuando tras ello se esconde una falta de organización cuesta más digerirlo. "Como pollos sin cabeza": muy bueno. Saludos Joaquín.

  2. #2

    Joaquin1965

    en respuesta a Joseangel
    Ver mensaje de Joseangel

    :-) Un abrazo crack.

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