Grata sorpresa

Despues del inenarrable almuerzo servido en el AVE Barcelona-Madrid, firmado por los hermanos Torres, con una falta de vergüenza realmente increible, terminamos paseando por las calles de Cáceres hambrientos y cabreados. Al final fuimos a parar a una terraza abierta en la plaza mas céntrica de la ciudad, con pocas esperanzas de cenar de forma adecuada en este local abarrotado de turistas y lugareños... Pero nada mas abrir la carta de tapas que se sirve en el exterior, nuestros ojos (y nuestros estómagos) comenzaron a alegrarse al ver una serie de nombres y combinaciones que nos hicieron salivar. Por otro lado, una carta de vinos, bien amueblada, con algunas referencias interesantes a precios razonables, comenzaron a devolvernos la alegría. Además, el hecho de que a los vinos extremeños solo se les aplicara al precio de tienda un descorche de cinco euros nos pareció una excelente manera de promocionarlos. Para rematarlo, aunque estábamos en una terraza típica, tanto la cristalería, como la vajilla y la cubertería eran de primer orden, de diseño moderno y elegante.
Pero pasemos a los platos: en primer lugar tomamos un refrescante gazpacho de frambuesa con crema ligera de ajos, migas con jamon y gelee de albahaca (que nos pareció un pelin escasa para lo bien que quedaba).
Como principales tomamos tres platos a repartir entre dos:
- Puntas de solomillo ibérico salteados con boletus y pedro ximenez, con una materia prima excelente, pero un punto demasiado hecha y sin demasiada originalidad.
- Hamburguesitas de rabo de toro i foie, muy buenas, sabrosas y que supieron a poco.
- Canelón de pato con hongos, pera y cardamomo, realmente brutal. Volvería al restaurante solo para probar este plato, de un gran nivel.
Y, claro, tomamos tres postres:
- Ragout de fresas y rosas, chocolate blanco y helado de te matcha, simplemente buenísimo y en dulzor nada empalagoso.
- Esferas de torta del Casar, con membrillo y pistachos, contundente y respetuoso con ese magnífico queso.
- Sopa de piña y hierbabuena, helado de violeta y gnocchis de zarzarmora, una estupenda manera de terminar la cena. Recomendable para todos aquellos que dicen aquello de "es que a mi no me gusta el dulce". Se les pasaría la tontería.
Tomamos para acompañarlo un buen Via de la Plata brut, un Chardonnay seco pero con fondo de bollería que nos encantó y maridó bien con todos los platos.
Hay que destacar tanto el magnífico servicio, joven y amable, pero muy profesional, como la esplendida relación calidad precio del local. En nuestra próxima visita a Cáceres repetiremos seguro.