Este no es un restaurante al tipo, pero quiero dejar mi comentario y recomendar muy especialmente a todos los que visitéis Bruselas que no dejéis de visitarlo, ya que si no habéis estado en La Maison Antoine, no habéis estado en Bruselas.
Como muchos de vosotros sabréis los belgas inventaron las patatas fritas, y ciertamente tengo que reconocer que dominan el tema a la perfección y una vez comprobado puedo entender que este sea junto a los mejillones el plato nacional por excelencia.
”La Maison Antoine”, fue fundada en 1948 por Antoine Desmet y su esposa, que cansados de ir de feria en feria con su chiringuito, al llegar ese año a la feria de la Place Jourdan tuvieron la idea de instalarse definitivamente con un puesto fijo.
Al principio abrían de 12:00 a 14:00 y de 18:00 a 22:00, y sólo ofrecían patatas fritas y dos tipos de salsas, la mayonesa y la mostaza. Unos años más tarde la tienda de chips era conocida en todo Bruselas y los clientes ya se congregaron en el mostrador. En estos momentos abren los siete días de la semana de 11,30 a 02,00 de la madrugada.
Así que picados por la curiosidad, y tras pasar la mañana por el centro picando aquí y allá, por la tarde decidimos acercarnos a probar las famosas patatas de Antoine, la Place Jourdan queda muy cerca del parlamento europeo y fuera de los circuitos turísticos, pero aprovechando que teníamos el hotel a medio camino nos dimos un paseíto para abrir el apetito, con la duda al tratarse de un sábado de puente, en agosto y a media tarde de encontrarlo cerrado, por lo que al llegar la sorpresa fue mayúscula…..
Ante nuestro asombro de dos de las tres ventanillas del ”Chiringuito” emanaban dos largas filas una a la izquierda, y otra a la derecha dos largas filas de pacientes clientes a la espera de su turno, aunque según nos comentaron después en el Bar, lo normal es que sean tres las filas de clientes a la espera de su cucurucho, pero que ese día debido a las vacaciones había poca clientela.
Tras 20 minutos de espera al fin nos llega el turno, ya habíamos ojeado la carta, así que pedimos dos cucuruchos de los grandes, a 2,70 € cada uno y cuatro diferentes tipos de salsa a 0,60€ el bote.
Acompañamos las patatas con dos botes de salsa Samourai, una Americaine y otra Andalouse, las dos primeras picantes y todas ellas muy buenas.
Miestras hacíamos cola pude fotografiar “la cocina”.
No pedimos bebidas, ya que lo típico al estilo de las ostreras de la Piedra en Vigo, acercarse con tu cucurucho a cualquiera de los bares cercanos y pedir una Mort Subite, o una Grimbergen para acompañarlas.
Huelga decir lo que me costó convencer a la señora Rosa para ir a comer patatas fritas, y que ella se fue directa al Bar diciendo que solo las probaría, razón por la que pedimos solo dos cucuruchos, pero cuando las probó le encantaron y si no hubiese sido por la cola habríamos ido a pedir otro cucurucho.
Totalmente recomendable.