Hace ya algunos meses que fuimos a este restaurante, pero la experencia es

Hace ya algunos meses que fuimos a este restaurante, pero la experencia es inolvidable. En primer lugar el sitio fue espléndido, una especie de antigua granja rehabilitada como restaurante que sorprende tanto en los jardines como en el restaurante interior. El servicio del vino fue extraordinario, y nos animamos a que el menú que tenían fuera con maridaje. El acierto de la sumillier fue increíble con un blanco que ahora nos resulta imposible encontrar (Font de la Figuera blanco) y además pudimos probar unos tintos gracias a una cata que había tenido esa misma tarde (yo un Cims de Porrera). Los licores y vinos dulces también incréibles, y muy bien presentados. El menú fue sorprendente (descubrimos por primera vez la yuca frita, en lugar de unas simples papas), y siempre finalizados por el cocinero en nuestra mesa (acabamos con un dulce consistente en peras al vino como nunca había probado). Todo eso añadido a que esa noche, quizá porque la semana siguiente era puente, estaba el restaurante completamente vacío, sólo estábamos nosotros. El único pero, el precio, pero en realidad la RCP era buena. Si vuelvo, que seguro que sí, por el Priorat, volveremos al restaurante.

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