Buscábamos por internet un restaurante para comer y tomar una buena cerveza belga, y nos apareció The Beer Factory . Como no sabíamos dónde estaba, pusimos la dirección en el navegador y este nos llevó justo a la puerta del Parlamento Europeo, así que tras tomar las medidas de precaución habituales al aparcar en estas zonas con alto nivel de chorizos, asegurándome de cerrar bien las ventanillas del coche y revisar que no se viera en el interior ningún objeto que pudiese llamar la atención de algún indeseable de los corrían por la zona, nos dirigimos a toda prisa a refugiarnos en el restaurant, ya que justo en ese momento empezaron a salir del edificio de enfrente grupos de individuos trajeados que no nos daban buena espina.

Afortunadamente en nuestro restaurante únicamente entraron tres de ellos que se piraron tras tomarse unas cervezas.

No era el tipo de local que andábamos buscando pero resultó una buena elección, ya que la barra del local en forma de alambique, y sus bien dotados tiradores de cerveza prometían.

Ofrecen una carta con platos de sencilla elaboración, con buena materia prima, un entorno agradable y un servicio atento y servicial.

Tras hojear la carta, me decido por las sugerencias y mi hija por uno de los platos del día:

Pedí unos “Moules de Bouchot” con patatas fritas, pero transcurrido un ratito se me presenta el camarero disculpándose porque al ser lunes los mejillones no estaban en las mejores condiciones, así que preferían no servirlos, cosa que le agradecí y cambié el plato por la otra sugerencia del día, Brocheta de Buey con salsa rosa y de ajo . Buena carne, bien presentada y buen punto de cocción.

Eva se decantó por el Steack de 250 gr. “Saignant” como a ella le gusta, con una “sauce béarnaise” que le encantó y por descontado que al igual que mi plato, acompañado de unos Cucuruchos de Frites, que no estaban mal.

El postre:

Yo pedí un Café Gourmand. El Café Gourmand, tiene la ventaja de que por poco más de lo que te cuesta un café, tienes un postre bastante completo.

Para beber:

Cerveza por descontado, teníamos donde elegir. Eva pidió una y yo dos, aunque tuvieron el detalle de no cobrarme una por el problema con los mejillones.

La cuenta:

Clara y sin sorpresas desagradables.

A pesar de los personajes que corren por sus alrededores, no descarto volver si estoy por la zona.