Comida en la terraza de este ristorante romano cercano a la Piazza del Popolo. Correcta separación entre mesas. Cuatro comensales. Empezamos compartiendo un plato de prosciutto y una sabrosa mozzarella de búfala y otro de unas estupendas fiori di zucca (flores de calabacín fritas rellenas de anchoa). Cada comensal continuó con un plato de pasta diferente: ravioli con ricota y espinacas, gnocchi con mantequilla y salvia, gnocchi con salsa de tomate y bucatini all'amatriciana (el mío; espaguetis gruesos con salsa de tomate, cebolla, panceta, queso y guindilla; exquisitos). Los postres, algo subidos de precio (8 euros casi todos), pero la extraordinaria panna cotta hizo que nos olvidáramos de ello. Todo ello estuvo acompañado perfectamente por un rico Montepulciano d'Abruzzo (ModA' 2013, 18 euros, ver comentario) servido a la temperatura correcta. Extensa carta de vinos italianos. Para terminar, un par de cappuccinos (sí, ya sé que es de turistas tomar cappuccino en Italia después de comer, que los italianos lo toman por la mañana, pero es que está tan bueno...) y una buenísima grappa 903 (6 euros). Cristalería, cubertería, mantelería y vajilla, buenas. El servicio, profesional.