Menú de carretera

En autovía donde hay pocas opciones está un local que funciona básicamente con menús aunque tiene una carta de cocina fácil, suficientemente amplia, con una chimenea - brasas interesante y con raciones más que amplias a la carta y ajustadas en el menú.
Carta de vinos o pude verla por aquello de no pasar mucha envidia, marchando de carretera, pero no habían muchas opciones a la vista. Local típico de estas situaciones con mesas y manteles de papel, copas básicas, una puerta que acaba con constantes golpes tras cada entrada y salida (¡ponerse lo más alejado posible!), una persona en barra para servir las bebidas y sacra los platos de una cocina interior que funciona a todo rendimiento para una carta de platos sencillos y sobre todo, menús.

Local casi lleno al entrar, que se acabó llenando, se repitieron algunas mesas y hubo (grupo amplio) que no pudo comer. En barra hay opción de algo rápido pero no merece la pena, pues en mesa tardamos media hora en cumplir el trámite de comida de camino largo. Buen control de la sala por la responsable con la ayuda tan entusiasta como novel, de una joven capaz de servir los vasos cogidos con los dedos dentro.

Varios primeros a elegir, creo que 5, y nos decidimos por una sopa de menudillos que fueron fideos con jamón cortadito muy fino y alguna reminiscencia de huevo para cumplir.
La otra opción fueron canelones (de foigras y pollo) gratinados servidos en paellita individual; mal el tomate (casi ketchup) pero la bechamel bien hecha y bien gratinada con queso dando un total más que correcto.

Para segundos, ambos optamos por lo que habíamos visto servir: rabo de toro estofado y macerado con vino. Para comerse un pozal. La ración de menú se nos quedó corta por lo bien macerado y condimentado que estaba, aunque un poco más de fuego lento hubiera facilitado comer la carne más despegada del hueso. Acompañaban unas patatas fritas a tacos y un poco de verdura hervida muy en su punto para ponerle sal y aceite.

Para postre de las varias opciones cantadas, nos quedamos con cuajada casera con miel correcta y un flan casero más aparente que sabroso. Un café descafeinado correcto.

La bebida se limitó a una clarita de limon y una escueta copa de blanco a elección de la casa y que fue Yugo 2012, básico; malas copas, servido a buena temperatura y en la mesa.
Un buen pan de hogaza que con un poco de Muñoz Aceites mejoró la muy corta espera de platos.

No hubo extras físicos aunque el total de la cuenta subió 25.20€ y redondeó en 25€.