Para aquellos que van con prisa o se aburren leyendo(me), lo pondré fácil. Bastará con aguantar el prefacio, el consecutivo y desubicado postfacio y la puntuación. Para todos los demás: Lean (y no necesariamente mi opinión).

Prefacio:
A Abraham García le llevo leyendo bastante tiempo. ¿Mucho? Quizá. En cualquier caso el suficiente para tenerle un enorme respeto y real aprecio por su cocina y su prosa; que quizá son lo mismo. Le tengo ley.
Con este ánimo fui a su nuevo local, Comala. Muy bien predispuesto, porque si no se va muy bien predispuesto a la mesa es mejor que no te sientes a ella.

Postfacio:
... y me dejó algo frío.

De lo comido y bebido:
Pues una vez encontrado el lugar (y es que confundo unos hoteles con otros) me acomodé en el lugar. Es pequeño, más de lo que esperaba, pero bien resuelto. No me dio sensación de abigarramiento ni incomodidad. Mesas a la izquierda, barra multiculor a la derecha y cocina a la vista al fondo. La música un punto por encima del volumen que habría preferido, lo que ayudó a que cuando se llenó el local (porque se llenó) el volumen de las voces fuera algo incómodo. Fuera hay una terraza, pero no le tengo yo ganas a esto de las terrazas de asfalto madrileñas.

La carta es asequible y razonablemente amplia para que todo quisque encuentre su lugar y algo que le apetezca. Los precios, igualmente asequibles, teniendo en cuenta que en aquella zona está caro hasta respirar. Entre 8 y 16 EUR se encuentran los platos.
Servicio amable, voluntarioso, si bien con algún desajuste que creo que es fruto del poco tiempo que llevan. Seguro (espero) que con algo más de tiempo se limen algunos flecos.

Pasé directamente a preguntar por los vinos por copas. Tuve que, digamos, hurgar un poco para que me dieran la información completa y no se limitaran al color de los vinos y la zona así en plan mapa mundi. Tenían dos blancos y dos tintos. Oferta suficiente, pero me habría sentido más cómodo con uno más de cada color... o un espumoso... o un generoso. Vaya, un poquito más de color en la oferta por copas. Quizá sólo fuera una cuestión de esperanza no cumplida por mi parte. Con esos mimbres me refugié en una copa de Blanco Nieva Pié Franco (3 EUR). Bien de temperatura.

Primera digresión:
¿Porqué es tan habitual que cuando dices que vas a tomar vino con la comida te sirvan este inmediatamente y muchos minutos antes de que llegue algún plato? Si indicases que querías tomarlo como aperitivo, estupendo, pero siendo para comer no tiene sentido hacerlo dentro del natural ritmo de servicio. Y la verdad, no creo que la intención sea que bebas más. Creo que es un problema de sentido del ritmo en la mesa.
Fin de la primera digresión

Comencé por un pez limón hecho en modo de tataki con sus acompañamientos. Quizá, nuévamente, sea una cuestión de opinión, pero el pez limón, aunque estaba rico, iba un pelo más allá del punto de tataki. Muy correcto de sabor, pero algo pasado de punto. Había algo en el plato, no obstante, que me desconcertó. Junto al pescado había una guarnición de tomate seco y un vegetal que no fui capaz de identificar (creo que era un tipo de chile, pero no puedo asegurar cual) y una salsa amarilla. Lo que me desconcertó es que la cantidad de salsa me resultaba una desmesura (visual) para el conjunto del plato. La probé, la reprobé y la volví a reprobar. No pude identificar de qué era la salsa, por lo que pregunté al camarero cuando retiró el plato. Me indicó que era una salsa de mostaza a la miel

Segunda digresión:
Preocupado. Preocupante. No soy especialmente capaz, ni dotado, para realmente nada y la cata es una más de mis carencias. Como. Bebo. Disfruto. No cato. Me gusta la mostaza. Me encanta la mostaza. Suelo tener varios botes distintos en casa. Creo que la identifico generalmente bien. Esta salsa no olía a mostaza. No sabía a mostaza. Realmente ni me olía ni me sabía a nada. Quizá fuera sólo una percepción mía.
Fin de la segunda digresión.

Continué con unas albóndigas de rabo. Bien. Ricas. Correctas. Con un picorcillo agradable y medido.

Terminé con un cómodo helado de fresones.

Comí bien. Comí correcto. Me faltó "pellizco"... y me dejó frío.

La nota total quedó en 34 EUR.

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