Restaurante La gallina bianca en Roma
Restaurante La gallina bianca
País:
Italia
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
5.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
-
Comida COMIDA
5.0
Precio medio entorno ENTORNO
5.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de La gallina bianca
OPINIONES
1

Cayendo ya la noche en Roma, y tras efectuar el correspondiente garbeo vespertino, nos acercamos al restaurante aquí comentado, el cual también había sido reservado para esta estancia romana -vía internet y con respuesta inmediata-, por una razón fundamental. Dicha razón no es otra que a la vuelta de mi anterior visita a esta magnífica ciudad -en pleno aeropuerto de Ciampino- cayó en mis manos un periódico en el cual un crítico gastronómico (español) comentaba las mejores opciones gastronómicas de esta ciudad, mencionándose en el mismo tres de mis opciones favoritas: Le tamerici, Armando al panteón y Roscioli...

Y junto a él: la gallina bianca. Pues nada -pensé para mí-, si en los otros has comido de cine, pues en éste también será así ... Pues no, no lo fue.

Situación y entorno: Situado cerca de varios puntos de interés romanos, como la Basílica de Santa María la Mayor, la Iglesia de San Pietro in Vincoli (visita obligatoria para admirar el espectacular Moisés de Miguel Angel) o la Piazza della Republica, así como también a una de las zonas hoteleras típicas de Roma: la que se encuentra en las proximidades de la Estación de trenes de Termini.

El entorno exterior no tiene mayor encanto, pues se halla en una calle secundaria con una escasa iluminación, contando el restaurante con una pequeña terraza para unas 20 pax y en la cual te cobran un pequeño suplemento por cenar. En cuanto al entorno interior, muy curioso: parece una pequeña granja, dividida en diversas estancias. En realidad, está presente todo lo que tiene relación con las gallinas: por ejemplo, cesto de mimbres donde llevar los huevos, cuadros de gallinas, las cartas tienen la forma ovalada de un huevo, portones de maderas como los de las granjas... Curiosa decoración. En realidad -y eso es bueno- lo único que lo distingue de un gallinero es que el sitio está muy limpio (y que no huele, obvio).

Las mesas son correctas, así como las sillas, con una correcta separación para lo que se estila por estos lares. Los platos y cubiertos son de batalla, aunque suficientes para lo que se va a comer. De los vasos ni hablamos, pues no es éste un sitio para exquisiteces -yo creo que ni para tomar vino-. Mantelería típica de trattoria romana (mantel de hilo regulejo con cuadritos azules y blancos). Correcto, sin más.

Servicio y servicio del vino: De lo segundo, ya lo he dicho. Cierto que iba con la idea fija de comerme una de sus “famosas” pizzas y tomarme una buena cerveza, pero no me dio la impresión de que allí se pudiera disfrutar en el aspecto vinícola. No obstante, dado que no lo probé, no puntuaré este aspecto, limitándome a decir que el servicio fue correcto y rápido, siendo bastante amable la camarera que nos atendió. Y, por cierto, las cervezas, muy ricas.

En cuanto a la comida, algunas (pocas) ensaladas, diversas pastas (5/6), bastantes carnes (con preparaciones de corte casero, por lo que pude ver). Y, sobre todo, muchas pizzas. Todo moviéndose en un entorno de 9 a 15 euros por plato.

Optamos por 2 pizzas clásicas: 4 quesos y setas con trufa. Las dos de buen tamaño, con la base del pan de tamaño medio -ni fina, ni gruesa- y, en principio, bien cocinadas. No obstante, la de queso quizá abusaba un tanto del queso azul, resultando un tanto “poderosa”; por fortuna, dejé para el final esta parte, pues el resto posiblemente no me hubiera sabido a nada. La de setas (abundantes), mucho mejor, teniendo un importante papel en ello la deliciosa trufa que acompañaba a las setas. En todo caso, nada nuevo bajo el sol.

Y aquí se acabó la cena... con un último trago de cerveza que ayudó a pasar la evidente decepción, aun siendo consciente de que no siempre se acierta. Lo de los 32 eurillos/2 pax fue lo de menos. Ni fú, ni fa.

Ya retornado a Zaragoza, volví a leer una crítica de este restaurante en la que ponía: “De los sitios que tienen gente por castigo”. Y no me extraña... Como está situado -ya lo he dicho- al lado de la zona hotelera de Termini y tiene buena publicidad, pues es una opción cómoda para los que por allí se ubican. Pero la pena, desde luego, no la merece ... como algunos el título de crítico gastronómico.

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