Se trataba de parar a comer algo de camino a la "Experiencia Verema" de Donosti, pero cuando la compañía es propensa a los excesos a veces acaba uno donde menos se lo espera. Salimos de Vitoria al acabar la jornada laboral, a eso de las 14:30h, y en vez de coger la autopista, que era lo que dictaba el sentido común, nos animamos y ponemos rumbo a la localidad de Aramaio, donde uno de mis compañeros conoce un local con buena carta de vinos. La idea es comer un menú del día para no entretenernos mucho y salir raudos hacia la feria. Por el camino llamamos, pero el restaurante está cerrado, así que sin tiempo que perder nos vemos obligados a buscar otra alternativa por la zona. El plan “B” al final resulta ser este local, ubicado en una minúscula aldea emplazada en medio de un circo de impresionantes montañas y que alguien en su día, con buen criterio, definió como la Suiza vasca.
Llegamos al caserío donde se ubica el Dukiena a eso de las tres de la tarde, encontrándonos tan sólo algún parroquiano tomando café en la barra y el comedor completamente vació, lo cual para ser lunes y estando en tan recóndita zona no tiene nada de extraño. La estancia, de estilo rústico, está pintada en tonos salmón, los mismos que lucen manteles y servilletas, que si alguna vez estuvieron de moda fue ya hace mucho tiempo. Nos atiende una señora, que parece ser la dueña del establecimiento, y nos dice que cuentan con un menú, pero que por si acaso nos deja la carta para que le echemos un vistazo. Con la excusa de que algo de vino quedará todavía cuando lleguemos a Donosti nos lanzamos a por la segunda opción.
Cada uno de los tres elegimos un entrante para compartir, que resultan ser los siguientes:
- Puerros en vinagreta: aderezados con ajitos picados muy finos y un chorrito de aceite, tenían un sabor un tanto raro, que no supimos a qué se debía. No lo acabamos.
- Bacalao ahumado con pimientos del piquillos: generosa y agradable ración que despachamos en un pis-pas.
- Croquetas variadas: si mal no recuerdo, de jamón, de hongos y de txipirones. Correctas.
Para acompañar estos platos se eligió de su reducidísima carta, a petición de uno de los presentes, un txakolí, concretamente un Txomin Etxaniz 2013, servido en buenas copas y que no necesitó cubitera dada la gélida temperatura a la que fue servido y la sed de alguno de los compañeros de mesa.
De segundo pedimos para compartir una chuleta de vaca a la parrilla, pieza de buen tamaño y grosor que nos sirven ya fileteada sobre una fuente de barro caliente. Sin ser una carne notable (superaba con creces el aprobado), fue lo mejor de la comida junto con la botella de Viña Tondonia Reserva 2001 que pedimos para acompañarla.
De postres optamos por un plato de repostería variada, en la que había diferentes tipos de tartas, todas ellas con pinta de ser de pastelería.
Con unos cafés, y en el caso de alguno con un destilado, dimos por terminada la comida y reemprendimos rumbo hacia la capital guipuzcoana, donde llegamos pasadas las 6 de la tarde y encontramos todavía vino suficiente como para que la visita al evento mereciera la pena.
Hay Moscatos y Moscatos…que sea un vino fresco y sencillo no implica que sea malo, por ejemplo los de Azienda Agricola Bera o Aldo Vajra son interesantes, por no hablar del que más me gusta, Bricco Quaglia de La Spinetta. Pero la gran mayoría no dejan de ser vinillos sin interés, un poco como el Txomin Etxaniz…
Saludos,
Eugenio.
Por aquí se encuentra en cualquier tienda y su precio ronda los 7-8€. Hace unos 15 ó 20 años era de los pocos que había en el mercado, pero ahora la competencia es alta. No es el estilo de vinos que más me van, pero no tengo problema alguno en tomarlo. El Etxaniz podríamos situarlo, digamos, en el tramo medio de este tipo de vinos, teniendo por encima otros como el Uno, el Itsasmendi y el Eukeni, aunque claro, te hablo de mis gustos personales.
A fuerza de no encontrar en las cartas de vinos lo que te apetece tomar uno acaba desarrollando una elevada capacidad de adaptación en materia vinícola. Desde luego el Etxaniz no es un gran vino, pero tampoco le hago ascos (peores cosas he bebido y algunas, incluso, hasta hace poco me gustaba).
Como bien sabes yo hasta hace "cuatro días" era un ignorante. Ahora he "ascendido" de categoría y he pasado a ser un "completo ignorante" pero ante todo y sobre todo tengo mis propios gustos. Para mi el Txomin era riquísimo y lo sigo tomando, sobre todo en poteo, me entra mucho mejor. Eso sí, cuando quiero disfrutar de una copita y pasar un buen rato, gracias a vosotros (que tenéis ese mérito), ya me voy a cosas distintas. Pero sigo pensando que cada uno bebe lo que le apetece y le gusta, faltaría más.
Está claro, para muchos el primer Txacolí que hemos probado es el de Txomin Extaniz, por eso lo comparo un poco con Torres en ese sentido, muchos de los primeros vinos que probé (tipo Sangre de Toro, Coronas, Gran Coronas, Viña Sol…)pues son de Torres. Luego hay más y mejores cosas, afortunadamente.
Saludos,
Eugenio.
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