Tras visitar el bonito pueblo de Trujillo y sin apetecibles referencias en la cartera nos encontramos con este establecimiento en la parte alta del pueblo, cercano al castillo.

Con pinta de local recientemente reformado resulta ser el restaurante de una hospedería que cuenta con media docena de habitaciones. Ambiente moderno y funcional con bastante presencia de madera y cristal que combinados con los tonos claros de las paredes conseguían una buena luminosidad al local. Tiene también una terracita en la que, en las noches de verano, se debe estar de vicio con las vistas del pueblo a tus pies.

Opción única de menú del día eligiendo entre cuatro primeros y otros tantos segundos por 14.50 € incluyendo una bebida, pan y postre. Así quedó la cosa:

Primeros:

Espárragos Verdes con Jamón. Sin mucha ciencia la composición del plato cuyo producto y ejecución intentaba cumplir pero no llegaba. Insuficiente.

Ensalada Templada de Espinacas. Venía con unas pasas, un poco de queso, cebollita frita, zanahoria… en conjunto aceptable. Ameno.

Segundos:

Trucha al Modo del Jerte. Bien el punto de calor de la trucha a la que le faltaba algo de chispa y alegría para darle ese toque de sabor. Falta.

Secreto a la Parrilla con Reducción de PX. No lo probé pero Hambrebuena me dice por la otra línea que aún estando bien… paraba bastante seco. Se acompañaba de las mismas patatas socarradas que mi pescado. Acalorado.

Como postre Profiteroles y un Bizcocho con Frambuesa de aspecto industrial.

Para beber, dos cervecitas y botella de agua. Un café para cerrar la comida.

El servicio resulta agradable y correcto intentando resultar cercano pero sabiendo mantener las distancias.

En resumen, opción puede que algo justa pero correcta en Trujillo. Una empresa con mucho potencial por las instalaciones y ubicación con las que cuenta a la que le hace falta algo de magia y trabajo en cocina para mejorar los platos que ofrecen y redondear así la experiencia del cliente.