Casi la única opción en un pequeño pueblo de la montaña cerca de Llanes por si alguna de las casas rurales que te alojan no disponen de servicio de comidas.

Local casi colgado entre la carretera y el desnivel de la montaña, con un comedor de ambiente muy casero incluido el menaje y copas.

Buenas opciones en una carta escueta tanto en comida como vinos siempre en terreno clásico tanto una como otra. Un aperitivo de cortesía una buena ración de pastel de cabracho, con mahonesa muy suave y pan tostado; todo casero hasta el tueste del pan. Una opción de cortesía mejor que muchos restaurantes de postín.

Cuatro para cenar sin mucha hambre pues comimos muy tarde en Gijón tras el viaje; decidimos un plato cada uno (un par de primeros y un par de segundos) y todo al centro: crema de zanahoria casera, sabrosa y cumplida.
Callos con garbanzos y huevo duro a tacos, muy sabrosos, bien cocidos y buena carne.
Escalopines con cabrales en buena ración y servidos en bandeja con patatas fritas. Buena ración, buena carne, bien empanada y nada aceitosa.
Merluza de pincho al horno; buen taco de una buena merluza con ajos laminados y fritos, bien de sabor pero sin compañía.

Para beber un Rioja Bordon crianza más que bien y servido al centro de la mesa, la consabida botella grande de agua, Insalus, traída abierta ¿?. No hubo cafés ni extras ya con ganas de dormir después de subir desde Valencia con parada técnica en Gijón.

Era casi la única opción de cenar y resultó mejor de lo esperado.