Buena cocina a buen precio.

Lo había visto cientos de veces pero nunca me había llamado la atención, me pareció “uno más de Ruzafa” y no me motivaba. Pero la otra noche, paseando por la zona cambió ya no me pareció tan del montón. El ambiente agradable, la iluminación que se veía desde fuera, las mesas bien separadas y un Kevin Johansen sonando por el hilo musical nos hicieron entrar.

Escogimos el menú más largo, somos de buen comer y la primera vez nos gusta probar cuantas más cosas mejor. Es un menú de 22€ que incluye ocho platos y un postre. Se trata de una cocina de mercado con evidentes guiños a Argentina, de donde proviene el cocinero.

Empezamos con una ensalada Guitxan, nombre del mencionado chef, que no deja de ser una ensaladilla rusa con algunas licencias, las cuales para mi gusta restan más que suman: desaparece la cebolla y los encurtidos, por lo que pierde frescura. Sólo correcta.

Tosta de pesto, tomate y anchoa del Cantábrico, ningún secreto pero todo en su sitio y un pesto contundente pero muy bien hecho.

Steak tartar con espuma de piparras, una combinación que me encantó, pese a que el corte de la carne era mejorable, creo que no estaba cortada a cuchillo y la textura queda algo gruesa. No obstante, buen bocado.

Tataki de atún con sésamo y algas wakame, chirría ligeramente el alga pero nada grave, se aparta y se disfruta de una generoso taco de atún con el punto tostado del sésamo.

Croquetas de jamón, setas y trufa, muy ricas, que vinieron en un cestillo con los buñuelos de bacalao, muy buenos también.

Empanada criolla, correcta, sin más.

Kebab de cordero, una revisión higiénica de este famoso plato que resultó bastante buena.

Finalizamos con una torrija de canela con helado de leche merengada, buen punto y final del menú en el que se agradece que la torrija no se fría, tan sólo se carameliza a soplete en una de sus caras, lo que la hace más ligera.

No es una cocina muy sorprendente pero está muy bien hecha. Me encanta el punto de equilibrio de la fusión, cómo se mezclan los ingredientes, las técnicas y los platos de la cocina internacional sin renunciar a un toque personal.

Carta de vinos sencilla, algo corta pero permite salir del paso. Las copas son mejorables y el servicio muy amable. No creo que sea un restaurante en el que haya que buscar un servicio demasiado profesional, por lo que con la eficiencia y la simpatía de las chicas que llevan la sala me basta.

Volveremos, pero con menú más corto mejor, que luego toca hacer la digestión cual boa constrictor.

Recomendado por 2 usuarios
  1. #1

    Fer B.

    "Revisión higiénica"... je, je... muy bueno. Eres un artista.

    Buena pinta y además ha pasado la criba de las croquetas.

    Me lo apunto para una noche tonta por Ruzafa... aunque ahora eso de las noches está más difícil ;-)

  2. #2

    Aloof

    profe tendrias que haber leido mi comentario y te hubieras dado cuenta de que no era ninguno del monton.

  3. #3

    Dani C.

    en respuesta a Fer B.
    Ver mensaje de Fer B.

    Bufff, las croquetas son obligatorias si lo visitas.

    Un saludo
    Dani

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